La mamá de Joaquín
Fecha: 16/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... hizo. Hice de cuenta que no me molestó y seguí hablando. —No tengo idea de qué voy a estudiar después, pero ya decidí tomarme un año para pensarlo. Seguramente me buscaré un trabajo de medio tiempo o algo así… ¿Y vos?
—Joaquín…— dijo ella. Me dio miedo que me llamara así. Ella siempre me dice Joaco. Solo me llamó así las pocas veces que se sintió molesta conmigo.
—Si mi amor.
Paramos en una esquina. Agustina tenía la cabeza gacha.
—¿Qué pasa Agus? —la agarré del mentón e hice que levantara la cabeza.
Sus ojos estaban brillosos, a punto de llorar. La abrasé, sin siquiera pensarlo, fue un instinto protector que surgió espontáneamente.
—¿Alguien te hizo algo?
—Joaco, yo te quiero.
—Yo también Agus. —le aseguré. Su cuerpo temblaba.
—Yo te quiero, pero no puedo estar más con vos.
—¿Qué? ¿Qué estás diciendo? Si nosotros nos llevamos rebien y nos queremos, ¿de qué estás hablando? —Pregunté, sin poder asimilar lo que me acababa de decir.
—Pero no alcanza con que nos queramos. Vos sos inteligente, y seguro lo entendés.
—¿Me estás hablando en serio? —dije. No caía en lo que estaba escuchando. Aunque suene agrandado, sé que ella me quería igual que yo a ella. Siempre me buscaba con la mirada. Disfrutábamos del tiempo que pasábamos juntos, y ella aseguraba que no salía con nadie más a parte de mí.
Cuando me di cuenta de la determinación de sus palabras, me sentí terriblemente triste. Por primera vez sentí en mi propio cuerpo lo que supuse ...
... que sentía mi papá desde hacía tanto tiempo. La soledad absoluta.
—Pero ¿Por qué? Decime por qué. Qué pasó. Qué hice mal. —exigí.
—Vos no hiciste nada malo. Vos sos un amor. El problema soy yo.
—¡No me vengas con esas boludeces! —grité, indignado.
—No son boludeces. Joaco, hay cosas que no sabés de mí.
—¿Qué cosas? —ella bajó la vista. —Mirame a los ojos. No hay nada que me haga dejar de quererte.
—No quiero hablar más de eso. No te puedo decir nada. Sólo quiero que me digas si podemos seguir siendo amigos. Si me decís que no, se me va a romper el corazón.
Agustina rompió a llorar. De repente pareció una niña. Me morí de ternura. Mi desilusión amorosa quedó opacada por el misterio que envolvía a esa chica a quien quería tanto, y a la ternura que me generaban sus lágrimas.
—Claro que podemos seguir siendo amigos. Yo te banco a muerte.
La abracé con más fuerza. En ese momento, mientras comenzaba a perderla como novia, me quedó claro lo mucho que la amaba.
Volví a casa, solitario y apesadumbrado. No estoy acostumbrado a este tipo de rompimientos. Normalmente mis problemas amorosos consisten en que yo no me animo a hablarle a la chica que me gusta, o que la mina en cuestión termina saliendo con algún conocido. Era la primera vez que me empezaba a ir bien con una mujer que realmente me interesaba, y ahora todo había terminado.
A pesar de esta situación, estaba seguro de algo: no dejaría en banda a Agustina. Estaría con ella cada vez que me ...