1. Diario de una chica trans: Abrirse a nuevas experiencias


    Fecha: 30/09/2022, Categorías: Transexuales Autor: Gitanilla, Fuente: CuentoRelatos

    Me sorprende que la gente piense que, por el simple hecho de ser una chica transexual, eres una experta en los secretos de la carne. Como si hoy fueras una persona tímida e insegura y, tras la primera inyección de hormonas, en tu ADN se sobrescribiese el Kama Sutra.
    
    Lo cierto es que las personas trans tenemos que lidiar con los mismos miedos e inseguridades que cualquier persona tiene hacia su cuerpo (“¿soy horrorosa?”, “¿me dolerá?”, “¿disfrutará conmigo?”), sumándole además el miedo a que no nos acepten. Y es que, aunque sé que vosotros sentís que soy una mujer y que un cuerpo trans es hermoso en sí mismo, femenino en sí mismo, os sorprendería saber la de gente que nos odia simplemente por no entrar en su cuadriculado esquema del mundo.
    
    La consecuencia de esto es que muchas veces vamos muy despacio en lo que a sexo se refiere, saliendo de nuestra zona de confort solamente cuando encontramos gente que nos da la suficiente confianza y seguridad, que nos hace sentirnos como las mujeres que somos. E incluso en esos momentos, nos cuesta abrirnos a nuevas experiencias.
    
    Siempre que hablo de esto me acuerdo de un compañero del instituto con el que me reencontré tiempo después de haber iniciado mi transición. Solíamos quedar de vez en cuando sin ningún interés sexual por su parte ni la mía, simplemente para hablar de nuestras cosas, de nuestras parejas y nuestros naufragios sentimentales. Él tenía por aquel entonces una novia que era una harpía, que poco menos le hacía caso ...
    ... cuando tenía un calentón, y que luego no tenía más que palabras de desprecio hacia todo lo que él hacía. Yo salía con un chico al que nunca dejé verme completamente desnuda, lo cual dice muy poco sobre mi autoestima.
    
    La casualidad hizo que ambas relaciones prácticamente al mismo tiempo, y eso nos llevó a vernos más, a abrirnos más y, poco a poco, a conocernos mejor. Empezamos a quedar para ver películas, sobre todo en mi casa, pues justo frente a la cama tenía el ordenador y una pantalla bastante decente. Y ahí que empezaba una caricia tonta, un cógeme la mano aquí, un beso en la mejilla allá… y un día, cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos el uno sobre el otro comiéndonos a besos.
    
    Su cuerpo apretado contra el mío me enloquecía. Mis labios se volcaban sobre su cuello y su olor, tan masculino, me emborrachaba. Sus manos se colaban por debajo de mi camisa, luchaban contra mi sujetador y celebraban su victoria pellizcando mis pezones. Su ropa interior, ridículamente colorida y salpicada con diminutos superhéroes, parecía estar a punto de reventar a causa de una masculinidad fuerte y desafiante que se frotaba agitadamente contra mi entrepierna.
    
    Bajo mis braguitas de lunares, mi sexo parecía despertar tras un largo letargo, de tal modo que sentía cómo los límites de mi ropa interior comenzaban a ser insuficientes para contenerme. Mi compañero fue consciente de que algo pasaba entre mis ropas, y muerta de vergüenza dejé de lanzarle besos y mordiscos para suplicarle en ...
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