Escalera corporativa de Becaria (2): Los dos clientes
Fecha: 03/10/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Sa02, Fuente: CuentoRelatos
Tras darle esa mamada a Don Martín estaba en mi nuevo puesto como su becaria ganando bastante más al mes, pero Don Ramón, el presidente de la empresa, se pasaba muchas veces cerca para revisar los números.
-Don Ramón -le dije un día-, me preguntaba si pudiera tener cinco minutos con usted en privado para hablar de una cosa...
Se quedó mirándome las tetas como un baboso.
-Claro, venga a mi despacho en diez minutos, señorita.
Don Ramón se marchó de la planta en la que se encontraba nuestro departamento. Yo me empecé a poner pintalabios rojo putón. Y mis compañeras de al lado ya me miraban raro, y cuchicheaban:
-Pero mírala que guarra que es.
Diez minutos después, Don Ramón me recibió en su despacho.
-Dígame señorita, Bea, ¿qué necesita usted?
-Dos cosas-respondí: -un ascenso y su polla en mi boca para lograrlo.
Me puse a cuatro patas, me metí bajo la mesa, le bajé la bragueta, saqué su vieja polla peluda y empecé a mamarla como si no hubiera un mañana.
-¡Ah, sí! Veo sus aptitudes para lograr un ascenso, señorita Bea. Pero el único puesto que se ha quedado vacante es el de agente comercial de ventas, no sé si usted está cualificada para ese tipo de trabajo.
-Déjeme demostrarle -metí su polla medio dura entre mis tetas y las empecé a mover de arriba a abajo-, de que soy capaz de convencer a cualquiera.
Me soltó un chorro de semen directamente en mi cara.
Al día siguiente, me estaba vistiendo en casa con un vestido rojo con ...
... brillantina.
-¿A dónde irás tan guapa? -me preguntó mi marido.
-A que me firmen un contrato de venta dos clientes de la empresa. Si logro cerrar la venta, seré promovida, cobraré más del doble de lo normal y nos podremos permitir una casa más grande, cariño.
-¡Genial! Pues tú dalo todo cariño.
Sonreí con picardía mientras empecé a ponerme mi pintalabios.
Más tarde, llegué al recibidor de un hotel. Había dos tipos muy viejos y feos esperándome. Uno me estaba mirando las tetas y el otro contemplaba de soslayo mi redondeado culo.
-Buenos días doña Bea. Yo me llamo Don Félix y este es mi socio Alfredo. Don Ramón nos habló muy bien de usted. ¿Subimos a mi habitación para terminar de hablar de la venta?
-¿No prefieren tomar un café?
-No -respondió Alfredo-, preferimos hacer otras cosas con usted...
Don Félix soltó una risita. Y subimos por el ascensor.
Cinco minutos más tarde Don Alfredo nos servía las copas de champán en una suite muy amplio con sofá y todo.
Brindamos y bebimos.
-Bueno, señorita Bea -dijo Félix-, esperábamos que nos mostrara las ventajas que nos brindará nuestra adquisición a Alfredo y a mí.
-Claro... Me he estudiado muy bien el portafolio... Verán...
Félix se puso de pie de repente, poniéndose al lado de su socio. Alfredo le alcanzó unas cuántas hojas con un boli encima de detrás. Félix la soltó en la mesita de delante del sofá, cayendo justo ante mí, y dijo:
-Este es el contrato de venta -se bajaron las braguitas a la vez y se sacaron ...