1. Mónica: premio de becaria.


    Fecha: 04/10/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... y sin soltarlas me obligó a girarme para que me quedara sentada sobre sus piernas. Restregué mis nalgas contra su pija dura y retenida bajo su ropa. Me chupó el cuello, sentí su lengua recorrer mi carne, mordisqueó mi oreja mientras me susurraba:
    
    - ¡Golfa!
    
    Me levanté de sus piernas, contoneándome fui a la mesilla, allí estaban la caja de puros, saqué uno, era un cigarro mediano, los había gordos y grandes, pero si lo fumaba tardaríamos mucho en coger, así que elegí un montecristo del 3. Sonreí con picardía, le di la espalda y me bajé la bombachita y volví a acercarme a él. Me paré, me abrí las piernas y me metí el final del puro en el coño húmedo, jugué metiendo, sacando y girando, salió mojado y se lo dí.
    
    - Soy como una becaria , un poquito puta.
    
    Santiago no pudo por menos que reírse, hizo como que chupaba y paladeaba mis jugos en el cigarro, mordió la punta, la escupió y con el encendedor que estaba en la mesa de al lado del sillón, lo encendió y le di una enorme calada, luego soltó el humo haciendo volutas.
    
    - Algunos mojan la punta en whisky o coñac , la verdad que tu concha sabe mejor.
    
    Me arrodillé y le bajé la bragueta, metí la mano para sacarle la pija. Estaba preciosa, dura, gorda, con el ojo del cipote que parecía lagrimear. Pasé la lengua por él, me gusta su sabor preseminal ,me la metí hasta el fondo en la boca , recorriendo con mis labios mullidos y mimosos toda su verga. Luego la fui sacando, me concentré en el primer tercio, un poco por debajo ...
    ... del ciruelo y me dediqué a hacerle una mamada. Él seguía fumando su puro, yo miraba por el rabillo del ojo y me divertía ver que sus caladas, tenían el mismo ritmo que mis chupadas de polla.
    
    Podía haber seguido con la mamada, pero yo quería otra cosa. Le eché una mirada de esas de abajo arriba que vuelven locos a los hombres , sobre todo si se la estás comiendo y paré. Me levanté , dejé que viera lo buena y caliente que estaba, me giré, fui hacia la cama , dándole la espalda, haciendo que se deleitase con el contoneo de mis caderas y lo duro de mi cola. Al llegar, me metí los dedos en la concha, los saqué empapados, me unté la puerta trasera, me dí dos nalgadas, una con cada mano. Me coloqué en cuatro sobre la cama y le pedí ansiosa:
    
    - ¡ Cueléame , papasito!
    
    Santiago vino hasta mí, se bajó los pantalones y el calzoncillo, puso la punta de su espada en mi esfínter, lo tanteó un poco y la metió despacio hasta la empuñadura.
    
    - ¡Que lindo!- susurré.
    
    Y bombeó, giré la cabeza para vernos en el espejo. Era una imagen de película porno antigua. Yo a cuatro patas, como una perra, con gorra de beisbol, remera blanca mojada, pegada a mis pechos como una segunda piel transparentada y calcetines blancos. Santiago, mi marido, con la camisa azul, los pantalones y el boxer el los tobillos, fumando un puro y dándome por culo.
    
    Si me reía perdía el encanto, así que decidí gemir, lanzar ayys , uuhhhs , como una profesional de los filmes eróticos. Sin darme cuenta, actuando, me ...