1. Forzada


    Fecha: 12/10/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... temí que me hubiese desgarrado el ano.
    
    Notaba a Junajo resoplar por el esfuerzo. Se acercó a mi oído:
    
    -Te lo voy a partir, así que no te resistas.
    
    No pude evitar sentir un escalofrío por mi columna desde el cerebro hasta mi clítoris palpitante. Mi sexo se mojó aun más y me dispuse a disfrutar de una violación anal…
    
    Juanjo, mi marido, me colocó un cojín debajo de mi abdomen para poder levantar un poco mi culo, con una mano me seguía agarrando las mías y la otra me la colocó en la nuca impidiendo que me moviese. Como pude escupí mis braguitas y di un grito de placer cuando empezó a sodomizarme. Primero despacio, notando como su polla iba ganando terreno dentro de mi recto, pero a medida que se dilataba mi culo, su golpe de cadera se hacía más fuerte y seguido. Después de un minuto, Juanjo me estaba taladrando con ganas, mientras su polla me rompía el ojete. Yo hacía rozar mi clítoris contra el cojín logrando masturbarme al tiempo que me enculaba.
    
    Noté que me llegaba el orgasmo al tiempo que Juanjo aceleraba su follada contra mi culo:
    
    -Dale fuerte, cabrón, dale.
    
    -¿Te gusta, zorra? ¿Te gusta?
    
    -Sí, joder párteme el culo…
    
    -¿Te gusta tu compañero…?
    
    Cuando oí a mi marido preguntarme por el médico ...
    ... buenorro (del que yo le había hablado en alguna ocasión) no pude resistir más y con un grito que tuve que ahogar en la almohada para no despertar a los niños, me corrí como una perra. Mi marido, por su parte también gritó la correrse y tuvo que morder mi hombro dejándome la marca de sus dientes.
    
    Durante varios segundos estuvimos quietos. Yo contraía los músculos de mi ano apretando la polla dura mi marido, intentando terminar de ordeñarla. Su leche que había salido a borbotones inundando mis intestinos ahora comenzaba a perder grosor hasta salir de mi agujero dejándome una sensación de vacío. Mi esfínter latía intentando volver a su tamaño original mientras era incapaz de contener en su interior la corrida de mi marido que descendía por mis muslos hasta la sábana.
    
    Juanjo, por fin se retiró de mi espalda permitiéndome una libertad liberadora. Se tumbó boca arriba a mi lado mientras yo me incorporaba para alcanzar una toallita (que siempre guardo en la mesita de noche) y limpié mi ojo del culo. Al notar la humedad refrescante lo agradecí:
    
    -Cabrón, que te gusta violarme el culo.
    
    -Y a ti que te lo viole, ¿no?
    
    Le miré y le dediqué media sonrisa antes de disponerme a dormir después de 24 horas de trabajo en el hospital. 
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