1. Sin imaginarlo siquiera


    Fecha: 14/06/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Sin imaginarlo siquiera, en varias ocasiones somos presa de otros planes, de otras travesuras, de otros morbos que nunca imaginamos. Eso creo que pasó una noche cuando invité a cenar a Jorge y a su novia Marbella a mi departamento. Nuestra pareja se presentó, para asombro mío, con una amiga que había visto en alguna ocasión platicando con Marbella. Ya ni recuerdo dónde. Lo que aún persistía en mi memoria era el porte erguido y la sonrisa traviesa de Angélica, la acompañante.
    
    Nos presentaron. Al saludarla tuvo para mí una mirada de esas que obligan a la respiración a tomar de nuevo aire. Ella lo notó y sólo dijoYa nos conocíamos ¿no es así?- ¿Te podría olvidar? -dije con cierto atrevimiento pero con seguridad. Fue un coqueteo de segundos porque Jorge se siguió directo a la cocina, que ya para entonces despedía un delicioso aroma.
    
    La cena transcurrió sin sobresaltos hasta que, en las últimas copas de vino, Angélica adelantó una mano, que mantenía bajo la mesa, hacia mi pierna. En vez de mirarla le tomé la mano y ella empezó a acariciar mi muslo, mi entrepierna. Era una caricia dulce, pero era también una mano nueva para mi piel. Era, aunque dulce, una insinuación más que directa. Así la tomé. Me miró y con una voz suave y poniendo acento en cada una de las palabras, volteó a verme y sólo para mi, dijo-Yo pedí venir.
    
    Tal vez yo pida que te quedes- casi le susurré. Ella respiró hondo, llevó la copa a sus labios y con el vino apenas los mojó. Era un gesto de erotismo ...
    ... puro. Yo sólo agradecía mi buena fortuna. Que un bombón se nos ofrezca sin buscarlo esa sí que es suerte.
    
    Angélica era de piel morena. Su pelo era lo más hermosos en ella. De un color negro intenso y largos chinitos que caían un poco más abajo que sus hombros. Sus senos esa noche estaban dibujados, la blusa que portaba los presentaba redondos y erguidos. Llevaba una falda de algodón hasta la rodilla. Era de esas que se pegan al cuerpo y luego caen y en su parte inferior se mueven con soltura.
    
    Después de finalizado el vino optamos por movernos a una fiesta que, ciertamente, no conocíamos muy bien al dueño del lugar propuesto. Pero decidimos ir. Durante el trayecto, Angélica y yo empezamos a besarnos sin mayor dilación. Era algo ya cocinado. En la fiesta, rodeado de gente completamente extraña a no ser por un par de amigos que pululaban en el ambiente, Angélica y yo bailábamos y nos acariciábamos. Sentía un ligero estremecimiento en su cuerpo al tocarla y su lengua que entraba en mi boca en cada ocasión que yo metía la mano bajo su blusa y acariciaba su espalda desnuda.
    
    Mientras bailábamos ella metió su manos en mi entrepierna, sintió la dureza que yo guardaba y se llevó su dedo índice a la boca.-Quiero probarla- Me dijo. Palabras mágicas que hincharon aún más mi pene. Me pidió que la siguiera y me condujo a uno de los cuartos de la casa. El cuarto tenía un par de colchones matrimoniales en el suelo. Y sobre ellos nos dejamos caer. Ella, apresurada, metió sus manos en mi ...
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