1. Conspiración en silencio


    Fecha: 14/06/2018, Categorías: Infidelidad Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos

    ... mostródesabrochándome la blusa para acceder a mis senos, que ya mostraban un relativo endurecimiento. Estiróel sujetador hacia abajo y los destapópara pellizcar uno de mis pezones y luego el otro.
    
    "¡Mariconas! Dejad que acabe mi trabajo antes de comeros la almeja", soltóSuso con ese acento amanerado de pija pueblerina.
    
    "¿Guardaste la polla de goma que traje laúltima vez, Suso?" le preguntóAna al estilista.
    
    "Claro que sí, corazón, lo tengo guardado para ti", le respondió.
    
    "Úsalo con Eva exactamente de la misma manera que lo utilizaste conmigo, por favor", le rogóuna Ana completamente congestionada por la fantasía que estaba a punto de cumplir.
    
    Cuando terminaron la conversación, también se acabóel trabajo en mi entrepierna, dejándome un coñito tan suave y liso como en misépocas pubescentes. La faena había sido impecable y, mientras Suso salía de la habitación para cumplir con la solicitud de Ana,ésta recuperaba mis bragas para, ante mi sorpresa, comenzar a recortar la zona del escudete formando un agujero circular que permitía, a simple vista, insertar tan solo un par de dedos. Me pidióque me las pusiera y que permaneciera en la misma postura, expuesta con las piernas abiertas y preparada para una incursión que mi amiga quería dirigir desde su atalaya morbosa.
    
    No transcurrióni un minuto, y ambos mariquitas, desfilando como el día del Orgullo, entraron en la sala donde encontraron un panorama que a ellos tal vez no les resultara novedoso, pero que para míera ...
    ... absolutamente surrealista. Pablo era el más joven de los dos y, decididamente, menos afeminado que su pareja. No sési eso me tranquilizaba mucho. Debía tener unos 30 años, mientras que Suso ya debía llegar a los 40. Ambos tenían un aspecto muy cuidado, al modo de las aldeas, pero con una estética diligente y meticulosa. El más joven portaba el pollón de goma en la mano, y enseguida se sentóen el mismo lugar que antes había ocupado su compañero Suso. Sin duda mostróun interés inusitado por empezarme una paja que, a bote pronto, se antojaba físicamente imposible, ya que un diámetro de 2 dedos en el agujero de mis bragas era demasiado estrecho para asumir el grosor de un dildo como ese, grueso, oscuro, lleno de venas simuladas y con un glande de congoleño.
    
    Ana disfrutaba toda esa humillación ajena con tanto morbo y excitación que, de pie, a mi lado, saboreando el tacto de mis pezones y repasando con la vista todo lo que sucedía, permanecía en absoluto silencio con una expresión de viciosa que todavía no había conocido en ella. "Nenita, ayúdame con tu amiga", le pidióPablo a Ana, que ahora parecía haber entrado en trance. Mientras tanto, Suso estaba tomándose un descanso tras su obra maestra sobre mi conejito, y permanecía sentado frente a la mesa del comedor leyendo una revista del corazón. De vez en cuando levantaba la vista para repasar lo que estaba ocurriendo en mi puesto, y otras veces se le oía despotricar de algún personaje de la farándula mientras pasaba a toda prisa ...