Amor a primer olor
Fecha: 09/11/2022,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... lametada. Y otra. Y otra. ¡Sabía tan bien como olía! Recorrí la planta con mi lengua varias veces. Llegados a este punto, no me corté ni un pelo. Me metí una mano por debajo del pantalón y empecé a tocarme. Con la otra mano seguía sosteniendo esa fuente inacabable de placer mientras chupaba el talón como si de un helado se tratase. Las babas caían al suelo formando un charco. Volví a subir con mi lengua y esta vez me metí los dedos en la boca. Primero de uno en uno, luego de dos en dos, después de tres en tres y finalmente los cinco a la vez para volver a empezar de uno en uno. Los succionaba con tanta fuerza que tenía miedo de arrancarlos de su sitio. Tal vez, en el fondo, eso era lo que mi instinto me estaba exigiendo: devorar esos dedos, devorar el pie entero. Para saciar mi apetito mordisqueé las uñas y tragué los pequeños trozos que conseguí sacar. Algunos se quedaban pegados al paladar, como si, al igual que yo, no quisiesen que ese momento terminara. Pero yo los necesitaba aún más dentro de mí, así que los empujé con la lengua.
Harta de mis pantalones, me los bajé hasta la rodillas. Me bajé también las bragas y ahora me masturbaba con mayor comodidad. Cuando ya no quedaba uña sobrante que pudiese morder, busqué entre los dedos algo que comer. Como no encontré nada me dirigí al empeine, que aún estaba seco. Cuando acerqué la boca para humedecerlo, el tacto del vello contra mis labios me hizo temblar. Pensé en cómo me gustaría depilarlo con los dientes, y así lo hice. ...
... Pelo a pelo los iba arracando y tragando, o al menos eso intentaba. No es nada fácil tragar un pelo.
El pie derecho debió de sentir envidia al ver cómo nos divertíamos y se unió a la fiesta. Vino por su lado y empezó acariciándome el pelo, enredándose tanto que no pudo salir sin hacerme daño. Bajó por detrás de mi oreja y giró hacia dentro pasando por encima de ella. Me metió el dedo en el ojo y yo acepté la oferta. Lo cogí y lo saboreé de arriba a abajo como había hecho con su compañero, sólo que con más fiereza. Le mordí el talón, le mordí los dedos, le mordí los laterales, le mordí el alma. Entre mordisco y mordisco disfrutaba de su aroma. El último mordisco fue tan salvaje que le salió sangre, pero yo me hice responsable y se la limpié con gusto.
La temperatura había aumentado tanto que ya no podía soportarla. Tuve que quitarme la parte superior del uniforme y el sujetador, consiguiendo un alivio momentáneo. Fue entonces cuando el pie izquierdo fue a divertirse por su cuenta. Saltó hasta mi pecho y empezó a manosearlo. Lo movía de arriba a abajo, de lado a lado, de dentro a fuera. Me arañó el pezón con la poca uña que le había dejado. Mientras tanto, yo estaba tomando otra ración de uñas y pelos. Descendió por mi vientre dejando un rastro de saliva, metiéndome los dedos en el ombligo y causándome un escalofrío. ¡Para, me haces cosquillas! Dio otro salto y comenzó a darme palmadas en el culete. Se había alejado demasiado, así que lo traje de vuelta a mi boca, que es ...