1. La iniciación de Ester


    Fecha: 16/06/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: chicapervertida, Fuente: CuentoRelatos

    ... asunto de las fotos de mi sobrina… —dijo con un tono suspicaz—, creo que hasta las usaré para masturbarme.
    
    ― ¡Joder! –respondí yo divertida—, pues yo también me uno a ese plan; así que envíamelas fotos que las quiero tener.
    
    Luego de eso nos fuimos a dormir, no sin antes comerle un par de veces más el coño. Ester hizo lo mismo conmigo pero debo reconocer que la pobre no tenía mucha maestría haciendo el sexo oral; claro está, era su primera vez con una mujer y para serlo no estuvo mal.
    
    A la mañana siguiente me fui a casa. Llegué y no encontré señales de mi marido por lo que supuse que ya había salido a trabajar. Yo no tenía nada que hacer y como aún tenía un poco de resaca y de trasnocho, me desnudé, tirando toda mi ropa en el suelo de la habitación y busqué en el móvil las fotos que Ester me había enviado. Nuevamente me entregué al placer. Tome mi vibrador y lo metí en mi coño ansioso y comencé a frotarme el clítoris. Vi las fotos una y otra vez, y al pasarlas sentía que iba a estallar cada vez que veía las expresiones de placer en aquel rostro angelical. Acabé intensamente, fijándome en la foto donde aparece la chiquilla con el rostro cubierto de semen. ¡Qué divino manjar! Tanto la leche como ...
    ... ella. Me quedé dormida enseguida.
    
    Por la tarde llego mi marido a casa. Yo no lo oí entrar a la habitación. De repente sentí que me llamaba: «Sajar, mi amor» dijo con pasividad. Yo abrí los ojos y lo vi de arriba abajo. Estaba vestido con su traje habitual y en su mano sostenía mi braga sucia. Supongo que la encontró en el piso. «¡Vaya, vaya, supongo que tuviste un concierto muy excitante! ¡Mira como quedaron tus bragas!»; se acercó a mí enseñándome la prenda en la que se notaba un gran manchón blanquecino que eran los restos de todo el flujo que había vertido en la madrugada. «¡Vas a tener que contarme que tanto hiciste con Ricky Martin!» bromeó. Yo pude observar que ya en su pantalón se notaba el abultado rastro de su pene erecto, por lo que entendí que más que celoso lo que estaba era cachondo y con ganas de follarme.
    
    Yo sonreí entonces. Me estiré como hacen las gatas y me quité de encima la sabana que cubría mi cuerpo completamente desnudo. Entonces, sin decir nada en absoluto, me giré y con lentitud me fui poniendo en posición de perrita, enseñándole mi culo abierto y expectante.
    
    ― ¡Te lo contaré todo mi amor! –Respondí con un suspiro—, ¡eso sí, después de que me llenes de leche!
    
    Fin. 
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