De cómo isabel vino a mi vida
Fecha: 12/12/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Que Isabel y yo llegáramos a conocernos, fue una auténtica carambola. Por aquél entonces, 1974, más o menos, yo tenía un médico, por la Seguridad Social, con el que me llevaba como perro y gato a cuenta de mi inveterada afición al “fumete”, que casi me daba miedo ir a la consulta cada vez que agarraba una bronquitis, por las que me armaba con que no dejaba de fumar. La cosa fue que, en una de las veces que tuve que ir a consulta, con todo el dolor de mi corazón y de mi alma, eso sí, resultó que mi famoso médico estaba por ahí, de gira académica, o así, conferencias médicas y tal, con lo que me asignaron un suplente, que en realidad era “suplenta”, pues era mujer, doctora. Todavía, a los años, cuarenta, año arriba, año abajo, la recuerdo: Bajita, regordeta, carita redonda, más que menos agradable. Y además, para que nada faltara, la mar de simpática, comprensiva y tal
Y qué queréis que hiciera, sino que de inmediato, en saliendo de la consulta, pedí cambio de médico con esa doctora, Dª Isabel Burgos Baena, que tan bien me tratara y, sobre todo, tan bien me cayera. Yo ahora debo añadir que, aunque todavía no era tan mayor, “trintitanntos” na más, ya padecía de diabetes melitus, aunque todavía tratándola sólo con pastillas, pero que me obligaba a mantener control médico cada dos, tres semanas máxime, con lo que mis visitas a la consulta, por narices, debían ser frecuentes, con lo que el cambio de médico no veáis cómo me sentó y agradecí.
Y así fueron las cosas durante unos ...
... meses, seis/siete al menos, no lo recuerdo ya bien, hasta que, en una de tantas visitas, me encontré con otra médico, también fémina, pero la mar de seria, casi adusta, podría decirse. Y a mí, para arreglar las buenas relaciones con la “galena”, no se me ocurrió nada mejor que comentarle, mientras ya me levantaba de la butaquilla de paciente
¿Sabrá usted si la doctora Burgos tiene todavía para mucho?... Porque, imagino, estará de baja…
Aquí, esa doctora me lanzó una mirada que el hielo, a su lado, resulta hasta tibio de temperatura
Antonio, para su conocimiento le informo que la doctora Isabel Burgos Baena, soy yo; por la que usted pregunta era una suplente, cubriendo mi baja por maternidad… Y, la verdad, ni idea de dónde pueda estar o hacer…
Vamos, que sólo le faltó añadir al comentario, respecto a la que fuera su sustituta, lo de “Y un carajo me importa lo que de ella sea”… En fin, que “ezte zervió de Dios y uztede vuzotro”, más cortado que si acabara de engullirme bocata “Gillette”, espondí
Ah; usted perdone mi error, doctora Burgos
No hay de qué, Antonio…
Y la mirada con que me despidió, nada tenía que envidiar, en seriedad y frialdad a la anterior. Salí de la consulta casi persignándome; no, si es que, me pongo, adrede, a meter la pata, y tan hasta el corvejón no la meto como cuando voy al buen tun, tun; esto es a la buena de Dios, sin encomendarme ni a Él ni al Diablo; vamos, que soy un fenómeno equivocándome, haciendo mal las cosas.
En fin, que ...