Un desahogo desesperado tras el máximo error
Fecha: 31/12/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Rain1744, Fuente: CuentoRelatos
Me llamo Alexandra y tengo 29 años. Soy médico y trabajo en un hospital importante de Madrid. Escribo este texto para contar la historia que marcará mi vida para siempre. Desde la facultad de medicina salgo con Felipe, un chico encantador con el que he compartido mi vida desde entonces. Nuestra relación no es solo sentimental, también somos los mejores amigos posibles y, aunque sea raro decirlo, también somos como hermanos. Nuestra química fue palpable desde el principio. Sin decir nada, sabíamos qué pensaba la otra persona y jamás necesitamos una extensa conversación para hablarnos.
Nuestra relación se basa en la amistad, el amor y la lealtad. No estamos casados, ni mucho menos por la iglesia, somos apasionados de la medicina y creemos que las enfermedades se curan con ciencia y no con oraciones.
Felipe tiene su cuerpo trabajado en el gimnasio. Mide 1,82 y tiene un pelo muy negro. Su piel tiene un tono normal y sus músculos están más que definidos. Sus ojos verdes se me clavaron en el corazón desde el principio. Yo mido 1,68 y también soy moreno. Mis ojos son negro azabache y presumo de tener un buen pecho natural. No excesivamente voluminoso, pero sí redondeado. No soy tan aficionada a la rutina de gimnasio, aunque sí voy de vez en cuando y eso permite que se me quede marcado un bonito trasero que Felipe aprovecha para azotar cada vez que mantenemos relaciones sexuales. Algo que pasa muy a menudo, por cierto.
Tras algo una década de relación, nuestro sexo sigue ...
... muy vivo y ardiente. Particularmente me gusta practicarle sexo oral y él se muere cuando jugueteo con su prepucio con mi boca. Soy bastante fogosa con los preliminares y eso le calienta tanto que luego las penetraciones son bastante activas. Nuestro mundo sexual es el paraíso.
En estos años de relación, jamás estuvimos cerca de traicionar nuestra lealtad. Somos el prototipo de pareja ideal, con éxito laboral y personal. Unos meses antes de este escrito nos habíamos comprado una casa en la zona más noble de Madrid. Sin embargo, nuestra confianza ciega se truncó un jueves por la noche y todo mi mundo se derrumbó.
Era el cumpleaños de una de nuestras enfermeras y todas las que trabajamos en nuestro turno fuimos a su cumpleaños donde lo pasamos genial. Quiso hacer una fiesta femenina y por eso ellos no vinieron. La cena fue divertidísima, contándonos mil anécdotas y hablando de mil cotilleos relacionados con el hospital. Después de la cena en un restaurante bastante exclusivo de Madrid, decidimos ir a tomar unas copas para terminar la noche. Yo no estoy acostumbrada a beber mucho, pero esa noche me dejé llevar un poco. No sé muy bien por qué, pero en la discoteca donde estuvimos había una reunión de altos funcionarios de nuestra cadena de hospitales.
Allí nos encontramos con Don Antonio, el gerente del hospital. Desde el primer momento me trató con distinción. Me decía todo el rato que no recordaba a una doctora tan joven y con tan brillante desempeño en el hospital. Me ...