1. Insana relación


    Fecha: 06/01/2023, Categorías: Infidelidad Autor: ogarcia, Fuente: CuentoRelatos

    ... otra posición; la obligué a hincarse en el suelo mientras recargaba su cuerpo en la cama, ella se dejaba hacer más por cansancio que por convicción; sabía bien lo que se venía y no podía, ni quería, evitarlo.
    
    Me coloqué tras ella, apunté mi falo a su esfínter y, poco a poco pero sin detenerme, comencé a taladrar su puerta trasera.
    
    -¡Hay!, ¡por favor despacio! –me decía mientras sus manos trataban inútilmente de detenerme.
    
    Sujeté sus manos a su espalda mientras con la mano libre le daba palmas a sus nalgas.
    
    -¡Te encanta que te dé por el culo!, ¿verdad mi puta? –dije tomando su cabello y volteando su cara para verla sufrir mi acometida.
    
    -¡Para por favor!, ¡me duele! –me suplicaba llorando.
    
    -¡Después vas a pedirme que no la saqué!
    
    -¿Por qué me tratas como una puta? –preguntó
    
    -Porque en el fondo lo eres –le respondí soltando sus manos mientras la besaba, incrustando más, si cabía, mi falo en su recto.
    
    -Si va a ser así entonces sigue, ¡rómpeme el culo como quieras y cada vez que quieras!, en adelante ya no pienso ocultármelo, soy solo para ti.
    
    Un dejo de remordimiento cruzó por mi mente, no solo a mi sino también a ella estaba arrastrando en espiral hacia un abismo del cual, con seguridad, ninguno saldría bien librado.
    
    -¡Sigue! –dijo sacándome de mi letargo -¡dame fuerte!
    
    La tomé de su cadera y continué a un ritmo meteórico, con saña, como si el culpable de esto fuera su esfínter; ella no hablaba, estaba cercana a ...
    ... un trance donde mi ritmo acelerado la había llevado, jalaba aire con desesperación mientras sus manos sujetaban la sábana mientras su sexo liberaba jugos con cada golpe que daba a sus nalgas; el ambiente se sentía enrarecido, la cama estaba hecha un asco.
    
    Recargué mi cuerpo al suyo, metí mis manos bajo ella para aprisionar sus senos y, después de un par de estocadas más, terminé llenando su intestino.
    
    -¡Por Dios que me salió hasta el alma! –dije pasado un rato pero aún sobre ella.
    
    Me incorporé para luego ayudarla a hacer lo mismo, necesitábamos higienizarnos con urgencia. Regresamos a la cama, retiré las sábanas y nos tendimos uno al lado de otro; ninguno de los dos habló, el remordimiento nos impidió hacerlo; le ofrecí mi brazo, colocó su cabeza en mi hombro y, junto al efecto del alcohol y el cansancio, el sueño llegó a nuestro encuentro.
    
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    Tanto la luz que se filtraba por la ventana como el ruido de voces me despertó ya entrada la mañana, despejé mi vista y me incorporé, volteé mi cara y la vi sentada a la orilla de la cama.
    
    -¿Qué fue lo que hicimos?, ¿pero qué carajo hicimos?
    
    Ella lloraba en silencio ocultando su rostro con el móvil en sus manos. Tomé el mío y comprendí el porqué lo hacía.
    
    -Llegaron porque no respondimos los mensajes, están abajo –dijo esto último con una tristeza profunda en su rostro– pase lo que pase solo recuerda que te quiero.
    
    No terminó de completar la frase cuando se abrió la puerta… 
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