1. Sometida por el bully de mi hijo (1)


    Fecha: 18/01/2023, Categorías: No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... ofreció a tomar algo. A lo que yo rechacé.
    
    -A ver, contame todo, hablemos tranquilos. Seguramente solucionaremos este problema juntos.
    
    Esas palabras debieron calmarme, pero algo en su mirada me inquietaba. Además, no me gustaba que me tutee sin conocerme.
    
    Le conté todo lo que sabía. Las palizas que a lo largo de los años le había propinado a mi hijo; las burlas constantes, de las que yo apenas me enteraba, sacándole a cuantagotas la información a mi hijo; le conté sobre el pésimo estado de ánimo de Leandro; y le pedí que por favor hablara con su hijo, para que lo deje en paz.
    
    -Los chicos a veces son muy crueles -dijo-. Quedate tranquila que voy a hablar con Robi. No te prometo que cambie de un día para otro, pero le voy a decir que afloje, y que hable con tu hijo, seguro que tienen montón de cosas en común.
    
    No me gustó la idea de que Leandro se hable con Robi, pero su sinceridad me alivió un poco.
    
    -Me dijiste que te llamás Clara ¿Cierto? - me dijo el tipo cuando me puse de pie para irme.
    
    -Sí, Clara - contesté.
    
    -Que raro... Yo creía que te llamabas Vanesa - dijo.
    
    No entendí el comentario inmediatamente. Pero cuando reparé en lo que significaba, el alma se me cayó al piso.
    
    -No te acordás de todos tus clientes ¿no? -dijo, acercándose a mí -Bueno, es entendible, habrán sido muchos -Me agarró de la cintura y me atrajo hacia él.
    
    -Me estás confundiendo con otra persona. -dije, forcejeando para separarme de él.
    
    -No creo, es imposible olvidarse de ...
    ... vos. Además, no sabés mentir.
    
    Sus manos se metieron por debajo de la pollera. Los dedos se cerraron en mi nalga.
    
    -Qué hacés, soltame - exigí yo. Pero no me animé a gritar. Aunque ahora me parezca ridículo, no quería armar un escándalo. Sólo quería que me suelte y largarme de ahí.
    
    Pero no me soltó. Su mano masajeaba con locura mi trasero. Su cuerpo se apretaba al mío, y mis pechos se frotaban involuntariamente con su torso.
    
    -¿Cuánto cobrás ahora, putita? - dijo, jadeante.
    
    -No, ya no hago más eso - respondí.
    
    Una sonrisa odiosa se dibujó en sus labios.
    
    -Entonces sí sos vos. Vanesa. Nunca conocí una putita tan hábil y maleable como vos.
    
    -No, ya no trabajo. No, por favor - supliqué.
    
    En ese momento, más que nunca, comprendí la impotencia que sentía mi hijo al verse amedrentado por alguien que se creía con el derecho de someterte. De repente me convertí en una chica tan frágil como lo era Leandro. Tenía ganas de llorar. No terminaba de digerir la terrible casualidad en la que había caído. Pierini empezó a bajarme la ropa interior.
    
    -Las putas siempre van a ser putas - dijo.
    
    Me agarró de las caderas, y con un movimiento brusco me hizo girar. Sentí que iba a caer al piso, así que sostuve del escritorio.
    
    -Así. Quedate así -dijo él.
    
    Estaba temblando. Él me abrazó por detrás.
    
    -No te preocupes, ya nadie va a molestar a tu hijo. -Me dijo al oído.
    
    Empezó a levantarme la pollera, despacio, muy despacio. La bombacha ya había quedado a la altura de ...
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