Una noche diferente con el hombre de mis sueños
Fecha: 13/02/2023,
Categorías:
Anal
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... prudencia, quiere que asimile lo que está a punto de revelarme–. Se repite día a día en mis sueños desde el momento en que te conocí.
Su lengua recorre mi cuello mientras una de sus manos continúa acoplándose a mi nalga, clavando suavemente las uñas mientras la otra, sigue empleándose a fondo estimulando mi abultado clítoris.
Suerte que no puede verme ahora, estoy convencida de que tengo los ojos en blanco a causa de la excitación; respiro hondo antes de recobrar el aliento necesario para poder hablar.
—¿Cuál es tu fantasía? –pregunto con un hilo de voz, desatando todo ese morbo que suscita la situación.
James me da la vuelta y nuestros ojos, empañados por el deseo, se encuentran. Me enviste con fuerza, besándome con una intensidad que debería estar prohibida, y yo, simplemente me esfuerzo en corresponderle. Sus manos han abandonado mi vagina y ahora me sostienen por la cintura, conduciéndome entre besos hacia la cama.
Tan pronto la parte trasera de mis rodillas perciben el mullido colchón, él me obliga a sentarme, mirándome desde las alturas mientras una de sus manos acaricia mi mejilla con delicadeza. Por primera vez, este imponente plano que obtengo de él me hace sentir vulnerable. Su altura y su cuerpo, perfectamente esculpido, hace que le vea como a un Dios perdonándome la vida.
Tras unos breves minutos, James cede colocándose de rodillas en el suelo frente a mí, y ambos, quedamos a la misma altura. No puedo negar que me siento intimidada por sus ...
... movimientos, me desconciertan, y mientras mi mente intenta anticipar sus pasos, él disfruta generando todo este misterio, teniéndome en clara desventaja y a su merced.
Su mano abandona mi mejilla y recorre mi cuello, apretándolo ligeramente. Permanezco muy quieta, concediéndole su tiempo, y para qué negarlo, esta situación me está excitando sobremanera.
Sus manos finalizan el barrido por mi cuerpo, y en cuanto llegan a mis caderas, aplica un lento masaje con rotaciones de pulgar susurrando con voz clara y pausada:
—Abre las piernas.
Trago saliva para aliviar el nudo que la emoción ha formado en mi garganta. Esto es algo diferente, excitante, morboso. Muy despacio, y ayudada por sus manos, separo las piernas exponiéndole mi sexo.
—Más –inquiere.
Obedezco, incapaz de negarme a cualquier cosa que me pida. Me dedica una fugaz sonrisa antes de zambullirse y apresar con su boca mi vulnerable vagina.
Sus insistentes lametones no tardan en provocarme espasmos. Deseo cerrar las piernas para apresar todo ese placer, pero él las retiene para impedirlo, empleándose a fondo para arrancarme descontrolados gemidos. Cuando sus dientes se entretienen con mi clítoris, siento que voy a desfallecer. Sus dedos continúan estimulándome rítmicamente, hundiéndose en mí y acompasando mis ansias por sentirle en lo más profundo de mi ser.
—Fóllame –le suplico con la voz entrecortada.
—Lo voy a hacer –susurra sobre mi sexo, y eso, me provoca cosquillas–, pero aún no.
Separa con ...