¡No me cabe!
Fecha: 12/03/2023,
Categorías:
Anal
Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos
Se me acercó y me preguntó con una sonrisa: —¿Te puedo acompañar? La había visto algunas veces en el restaurante de mi hermana, el cual los días de fin de semana se convierte en un club de baile. Se presentó con el nombre de Yaneli y según mi calculo y no estaba tan lejos de mi percepción, debería rondar la edad de 25 a 27 años. Era bastante alta, de un metro y setenta y sus zapatos de tacón le hacían ver mucho más alta. Quizá tendría un peso de unas 160 libras muy bien proporcionadas, pues era una agradable delicia mirar sus pechos y un trasero que de seguro hacía babear a cualquiera.
Este día llevaba un vestido de color rosa encendido con un escote tan provocativo que medio pecho le quedaba expuesto y que prácticamente hipnotizaban a los de su alrededor. Tiene escultural cintura y a través de su vestido se podía ver el relieve de la ropa interior que usaba. Este día su prenda íntima era un bikini, el cual se translucía dependiendo el nivel de luz y que color de luz chocaba en semejantes y deliciosas caderas.
Cuando me hizo la pregunta, tan solo le sonreí y me he levantado para cederle la silla. Solo me pregunté interiormente: ¿Habiendo tanto joven en el salón, por qué busca mi compañía si de seguro le doblo la edad? Bueno, en los últimos años esta es la edad promedio de las chicas que me he llevado a la cama. Hicimos una plática amena, donde la insinuación era que no importaba si yo estaba casado, ella no buscaba una relación a largo plazo, ella lo que buscaba era ...
... una aventura con un hombre casado que no supusiera en ningún momento compromisos. La verdad que le tuve que mentir que estaba casado, no le quise decir la verdad para no estropear las fantasías que ella creaba.
No tuvo que pasar mucho tiempo para poner las cartas sobre la mesa, pues Yaneli creo que tenía ya todo en mente y bien calculado y, las tres margaritas que me dijo ya había consumido, como que aligeraban bastante sus pasos. En forma breve me dijo que era de descendencia dominicana, que trabajaba en el salón de estética de su madre, que tenía una pequeña hija de 4 años, pero que ese fin de semana su abuela se la había llevado a uno de esos parques famosos de la Florida y que disponía de toda la privacidad en su casa, pues ella debería de velar por el negocio de su madre.
Tenía facciones bonitas, piel morena entre ese color que divide la percepción del latino común y la gente africana: un amigo del restaurante se refería a ella como la mulata. Hermosos ojos verdes, sonrisa perfecta con unos labios carnosos y su cabello ovalado tan negro como la noche y estéticamente muy bien cuidado. Obviamente yo no tenía dudas que la quería probar, pues antes a que ella llegara a ofrecerme su compañía la había visto de espaldas y había imaginado desnudarla. Realmente nunca pensé que se me acercaría, pues en realidad no imaginaba que llegaba a solas a este lugar y también miré el interés que despertaba y muchos jóvenes se le habían acercado. Yaneli había puesto la plática donde ella ...