1. Cerezas


    Fecha: 02/04/2023, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... tambores y entro Luisa. Llevaba su negra melena suelta. La cara abundantemente maquillada, los párpados azules, cejas y pestañas bien pintadas, colorete en las mejillas y los labios de un rojo intenso. Un mínimo sujetador con lentejuelas doradas cubría el esplendor de sus pechos. Unos pantalones rojos, de semitransparente gasa, que empezaban bien debajo del ombligo llegaban hasta sus tobillos. Por debajo de los pantalones se adivinaba una mínima braguita. En ambas manos tenia unos minúsculos platillos, con los acompañaba el ritmo de la música. Iba descalza pero bailaba de puntillas. En realidad no bailaba, embrujaba con sus sinuosos y sensuales movimientos. Ver a aquella sacerdotisa de Venus, en sensual danza era mas de lo que cualquier mortal tenia derecho a aspirar. Hacía una danza del vientre, pero el vientre era lo que yo menos miraba. Aquellas tetas inmensas, malamente tapadas por el sujetador dorado, bailaban, subían, bajaban, temblaban, incitaban. Y la grupa, aquel culo magnifico, mínimamente velado por la transparente gasa, con los violentos meneos que ella daba a sus caderas, incitaba, embelesaba, maravillaba. Al poco tiempo de bailar, Luisa tiro de unos cordoncillos y los pantalones cayeron al suelo. La braguita no tapaba todo el vello púbico y por detrás, esencialmente desaparecía en el valle del placer y dejaba su magnifica grupa, aquellos inmensos, incitadores y recios cachetes al aire. Yo no me pude contener y chille:
    
    Luisa ¡me vuelves loco!
    
    Luisa dejo ...
    ... de bailar y con una sonrisa y gran contoneo de caderas se acerco hacia mí y dijo:
    
    Tu también me vuelves loca a mí, Alberto.
    
    Si decir mas, puso una mano en mi ingle y al notar mi erección, dijo:
    
    Ya veo que estas contento de verme.
    
    Yo no pude mas, me abalance sobre ella puse ambas manos en aquel maravilloso culazo y me empece a embriagar bebiendo de aquella boca maravillosa. Si yo estaba ansioso en mis besos, Luisa no me iba a la zaga, metía su lengua hasta mi garganta aspiraba, con sus manos en mi nuca empujaba mi boca contra la suya, restregaba sus pechazos contra mí y con bruscos movimientos de sus caderas golpeaba mi ingle con su pubis. ¡Qué mujerona! ¡Qué energía! ¡Que vicio! Cuando tuvimos que "salir a por aire", Luisa se aparto un poco, puso ambas manos en la espalda y mientras decía:
    
    Anda mamón, date un festín con estas tetorras con las que llevas meses soñando.
    
    Quitó su sujetador y aquellas montañas soñadas, aquellas fuentes de placer, aquellas joyas de mis anhelos, quedaron expuestas, a mi alcance. Eran aun más magnificas de lo que me las imaginaba. Firmes, enhiestas, duras, de oscura tez, grandes y oscuras areolas y enormes pezones. Con respeto, embelesado, me acerque a aquellos objetos de mi adoración. Empece a tocar, estrujar, retorcer, puse mi boca en un prominente pezón y chupé como si en ello me fuera la vida.
    
    Calma mi amor, calma Alberto, que tenemos tiempo. No hace falta que te las comas, conque chupes basta.
    
    Perdona, Luisa, perdona. No ...
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