1. A ti que me lees ¿quieres que sea tuya?


    Fecha: 12/04/2023, Categorías: Transexuales Autor: GenovevaSexy, Fuente: CuentoRelatos

    ... había convencido y había descubierto como nadie antes mi secreto oculto de sentirme una nena.
    
    Pude sentir su miembro lubricado sobre el mío. Si el mío, en erección, era tan grande como medir desde mi dedo meñique al dedo medio de la mano, el suyo fácilmente cuadriplicaba o hasta quintuplicaba su tamaño.
    
    Apretó su cintura masajeándome con movimientos pélvicos, a la vez que su pecho caliente, duro y esculpido poseía al mío. Separó nuestras bocas y un hilo de saliva quedó entre ambas mientras se alejaban.
    
    Apartó de nuevo su pecho, pero no su cintura de la mía. Tomó mis piernas y colocó la parte de atrás de mis rodillas en sus hombros. Me tomó por la cintura, su miembro bajó y en su búsqueda encontró el agujero de mi ano, aguardando. Mis ojos negros brillaban detrás del maquillaje discreto y femenino que había tomado el tiempo en aplicar. Mis pestañas eran grandes y dobladas hacia arriba y el dorado de los párpados contrastaban con mi cutis blanco. Lo vi con pasión directo a los ojos: “Desvírgame el culo por favor. Quiero sentir tu pene dentro de mí. Hazme mujer, ya no aguanto las ganas, te lo suplico, te lo imploro, quiero ser la esclava de tu verga. Quítame las ganas de ser tu princesa”, le dije abandonándome, relajándome y aflojándome, preparando a recibir por vez primera y al fin una rica cogida.
    
    Se acercó y apoyó sus brazos a los lados de mis hombros. Luego como haciendo una lagartija bajó a mi pecho. Me besó de nuevo. Mis piernas seguían sobre sus hombros, lo ...
    ... que hizo que subiera más mi pelvis, para ofrecerle con mayor comodidad mis nalgas. Al principio sentí muy extraño. Un ardor en mi ano que se rendía a la entrada lenta de ese enorme y gordo manjar. Los músculos de mi agujero, al expandirse, comenzaron a rasgarse produciendo mucho dolor. Apenas era la punta de su miembro, apenas quizá donde se encuentra el agujero desde donde fluyen hacia afuera sus líquidos. “¡Ay me duele mucho!”, grité desde el fondo de mi garganta y apretando a mi amante aún más con mi abrazo.
    
    “Virgen hermosa”, me dijo. “dile adiós a tu virginidad”. Y diciendo esto comenzó a abrirse paso con más fuerza y dificultad dentro de mí. Sentí como se desfibraba mi agujero, milímetro a milímetro de mi culo que se rompía. “¡Mírame a los ojos!”, me ordenó, pues yo los tenía cerrados sin poder evitar también mis gestos de dolor en mis mejillas, mostrando mis dientes al apretar fuerte mi mordida.
    
    Lo vi a los ojos. Apreté los labios y unas lágrimas de dolor me rodaron por las mejillas. Yo jadeaba y vi que el sudaba en la frente y en su cabello.
    
    Aquella rica polla seguía sin cesar entrando despacio en mí, desflorándome duro, haciéndome sentir mujer. “¡Cómo me duele!” exclamé lloriqueante. “Es lo que querías ¿o no, mi nenita?” me preguntó. Noté que se arqueó para terminar de metérmela y al fin sentí topar sus testículos en mis nalgas. Se detuvo. “¿Te gusta?, la tienes toda adentro”, me dijo. “¡Qué dolor!, ¡qué rica tu verga!, ¡qué delicioso sentirme mujer!”, le ...