1. A ti que me lees ¿quieres que sea tuya?


    Fecha: 12/04/2023, Categorías: Transexuales Autor: GenovevaSexy, Fuente: CuentoRelatos

    ... respondí y continué diciéndole: “siempre tuve vergüenza de mi mísero miembro, me sentí rechazado, poco hombre, creyendo que no podía satisfacer sexualmente a nadie. Y aquí estoy habiéndome vestido de mujer para ti, disfrutando por el otro lado el placer del sexo. ¡Hoy por fin me siento tan capaz de dar placer a alguien! ¡siento toda tu hermosa verga dentro de mí!, ¡qué rico travestirme, que rico en secreto ser mujer, que rico sentir dentro de mi ano tan buen pene!”
    
    Y diciendo esto me la sacó y me embistió de nuevo, y otra vez, y otra vez, fuerte, potente, con ganas e inmisericorde, confiado en su masculinidad ente mi feminidad. Los dos gemíamos de placer. Poco a poco me abrí más y más. Ahora, el lubricante no era solo el que él me había colocado, sino que mi esfínter era el que lo produjo naturalmente.
    
    Me estaba dando duro, fuerte, era su mujer. Su quijada comenzó a apretarse. Mis gemidos ahora eran gritos diciendo al mundo lo rico que era su verga. “¿Quieres sentir el chorro de mi leche?” me preguntó. “Te lo suplico”, le respondí. En la siguiente sacada de su verga se quitó rápidamente el condón y antes que se cerrara mi agujero me la metió de nuevo. La textura era diferente, natural, más rica, sentía su piel desnuda en mi ano desflorado, con la sensación de la herida viva dentro de mi recto. Una, dos tres, cuatro y a la quinta embestida vino su chorro. Me ardió dentro desde donde la sangre brotaba de mi culo desgarrado. Otro chorro y otro. Uno más al final. Y cuando ...
    ... creí que todo había terminado me dio otras tres metidas y al tensionarse todo su cuerpo dio un grito, la metió hasta adentro y un chorro de semen final y más potente que todos salió viscoso y rico para humedecerme todo dentro de mí.
    
    Al sentir que él había terminado algo se activó en mí y comencé a mover mi pelvis irrefrenable, eran movimientos sin control y me enajené, grité y mientras él se desplomaba con todo su peso sobre mi cuerpo delgado y débil, comparado con el suyo, sentí miles de espinas punzantes de placer recorriendo mis genitales y eyaculé potentemente, mojando todo mi vientre y derramándolo sobre el suyo también. La sensación fue todo un éxtasis absoluto.
    
    Estaba yo tan agitada y con su peso sobre mí que casi no podía tomar oxigeno del aire (¡qué lindo, hablé acerca de mi en femenino!).
    
    Busqué su boca y lo besé, casi sofocada. “qué rica desflorada, gracias mi amo, a partir de hoy soy su esclava”, le confesé. Me miró. Sonrió victorioso. “Te verás hermosa en este verano con unas sandalias planas doradas atadas al tobillo, minifalda y peluca rubia larga hasta los hombros y te luciré en la calle donde todos vean que eres mi novia y esclava. Pero no te limites a mí, tienes derecho a probar a todos y a quienes quieras”. Lo abracé fuerte de nuevo, agradecida por tan rica cogida y envanecida por aquel ofrecimiento, crucé mis tobillos en su cintura.
    
    Me sentí tan mujer, tan travesti, tan femenina, tan liberada al fin, que lamenté el tiempo que perdí sin haber ...