1. El inicio de Pedro


    Fecha: 23/06/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... haría tríos con otros y no conmigo? ¿Que escondía? ¿Cual era el secreto? Por que todos tenemos secretos incluso yo, incluso tu.
    
    Espere un poco, aun que se me hizo mucho. Atravesé la calle con mucha serenidad, Cruce por al frente de la recepción y vi la cara de los dos conserjes al saludarme. ¿Pero que era esto? ¿Hasta los porteros saben que mi mujer me pone los cuernos?
    
    Despache de inmediato mi malestar, despeje cualquier atisbo de ira o rabia, para hacer lo que quería hacer necesitaba la sangre mas fría del mundo.
    
    Nada mas entrar, pude percibir claramente los gemidos y jadeos un tanto ensordecidos por la puerta de nuestro cuarto.Apague todas las luces, camine en silencio y me dirigí al dormitorio. A cada paso que daba, los gemidos y jadeos se percibían con mayor nitidez, al punto que pude discernir con claridad que los gemidos eran de un hombre y los jadeos de mi mujer. De pronto siento una voz femenina, parecida a la de mi mujer pero cargada de poder y autoridad diciendo - ¡Chupasela!
    
    ¿Que demonios estaba pasando allí?
    
    Me arme de valor y con sumo cuidado abrí una de las dos hojas la puerta de la habitación, solo un poco, lo suficiente para tener una visual de lo que acontecía y entonces casi la cago. Tuve que apretarme una bola para contener mi exclamación de sorpresa. Mi mujer vestida con mi camisa y un pantalón mio también, con las tetas al aire cogiéndose a un tipo con un strap mientras el otro tipo se lo mamaba al sodomizado.
    
    Pero que estúpido me ...
    ... sentí. ¿En que clase de farsa nos habíamos metido?
    
    Era obvio que nos estábamos engañando desde el principio. Ella asumió el rol de buena esposa, bien portada, cachonda y regalona. Y yo asumiendo el papel de marido impecable y cumplidor. Pero que estúpidos fuimos. ¿Como fue que en nombre del amor nos mentimos de semejante manera?
    
    Me apreté mas fuerte la bola.
    
    Seguí mirando. La reconocí teniendo dos sutiles orgasmos mientras fornicaba a un gordo peludo y blanco. Le apretaba las tetillas con crueldad, pero el cogido precia en la gloria por su expresión facial. El otro era un moreno de complexión delgada, un tanto afeminado que se tragaba la polla del gordito.
    
    El tratar de contener mis emociones y sensaciones me hizo sentirme cínico, así que deje mis defensas de lado y me entregue al placer de espectáculo. Comencé a masturbarme cuando el afeminado enculó a mi mujer mientras el gordito se lo encajaba al afeminado. Entremedio de una mata de pelos emergía un mástil carnoso y grueso, coronado por una cabeza roja como una frutilla, que entraba y salia deliciosamente de ese culo mulato provisto de grandes nalgas y un culo perfectamente abierto. Abrí un poco mas la puerta quizás demasiado, pero ya no me importaba, yo estaba allí, escondido en la penumbra, masturbándome deliciosamente mientras el gordo se la encajaba por la concha y el otro por la cola. Mi mujer se vino con un orgasmo de aquellos y mi semen se descargo sobre la puerta.
    
    Me fui a dormir.
    
    Al día siguiente ...