Visita muy provechosa
Fecha: 22/04/2023,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Aquella mañana me había levantado tarde, poco antes de que el aburrido de mi marido abandonara la casa camino de la oficina para empezar una nueva semana. Como todos los días me preparé en la cocina mi habitual desayuno de leche y cereales y, una vez listo, me dirigí al salón apalancándome tan pronto como pude en el sofá después de encender la tele. Aún no me había duchado pues siempre suelo hacerlo tras desayunar y tan solo cubría mi cuerpo el corto camisón azul celeste que me llegaba a mitad de muslo tapando solamente lo estrictamente necesario. La noche anterior me dormí tarde tal como suelo hacer los domingos por la noche aprovechando para ver un rato la película después de cenar.
Así pues me encontraba cansadísima y sin ninguna gana de hacer nada de manera que, apoyando la cabeza en el enorme cojín que descansaba sobre el brazo del sofá, cerré los ojos empezando a dormitar con el suave runrún de la tele de fondo. No sabría decir cuánto tiempo llevaba medio adormecida, cuando escuché el timbre de la puerta sonar dos veces desde el fondo del pasillo. Incorporándome con cierto fastidio miré el reloj de pulsera viendo que marcaba las diez y media de la mañana y, descalza como iba, crucé el pasillo hasta llegar al recibidor. Normalmente suelo mirar quien llama antes de abrir pero al oír el sonido del timbre dos veces como solía hacer Maribel, la vecina del piso de arriba con la que me suelo pasar las horas perdidas marujeando sin cesar, pues abrí sin más espera.
Como ...
... digo abrí la puerta con decisión imaginando que sería Maribel, pero la sorpresa que me llevé fue mayúscula al encontrarme cara a cara con un joven muchacho más negro que una noche sin luna ni estrellas, de amplia sonrisa y al que no eché más de veintidós o veintitrés años. Vestía de manera juvenil con un polo verde, unos vaqueros desgastados y unas zapatillas de deporte, todo ello muy en consonancia con el tiempo primaveral que acompañaba aquella mañana. Sin darme tiempo ni a respirar y sin dejar de mostrar un momento su larga hilera de dientes blancos, el muchacho empezó a bombardearme con la consabida cantinela de los productos que ofrece una famosa compañía del sector librero.
Nunca he sido proclive a aguantar todo aquel rosario de ofertas pero aquella mañana, le dejé pasar encendiendo la luz del recibidor, todavía adormilada y viéndome frente a aquel yogurín que no dejaba de hablar sin apartar embobado la mirada de mis pechos. Como dije vestía con mi corto camisón bajo el que no llevaba sujetador pues nunca lo uso para dormir, así pues no es extraño que aquel jovencito permaneciera parado frente a mí observando sin el menor disimulo mis grandes pechos que de forma tan rotunda se marcaban por debajo de la fina tela que los cubría.
Recuperando el aliento tras la primera impresión y sonriéndole de forma agradable le hice que me siguiera a través del pasillo camino del salón. Con la mano le invité a tomar asiento en el sofá en el que me senté yo también observándole con ...