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Visita muy provechosa
Fecha: 22/04/2023, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... mayor detenimiento. Visto más de cerca pensé que parecía aún más joven de lo que había pensado en un primer momento. Estaría sobre los veinte años y era realmente bello y hermoso. Para una mujer como yo que recién había cumplido los cuarenta y dos años, y aburrida y cansada de un marido que no me hacía el más mínimo caso disfrutando de alguna que otra escapada nocturna con alguna de sus compañeras de trabajo, la presencia de un jovencito como aquel hizo que me despertara de golpe imaginando miles de posibilidades a cual de ellas más y más escandalosas y tormentosas. ¿Estaba desayunando, señora? Si le molesto puedo venir más tarde si lo prefiere –dijo recogiendo la carpeta de la mesa antes de tratar de incorporarse para ponerse de pie. No nada de eso, no te preocupes. Sólo estaba viendo la televisión mientras desayunaba –mentí agarrándole con fuerza del brazo para evitar que se levantara. El contacto con aquel brazo resultó duro y poderoso pese a la aparente debilidad de aquel cuerpo delgado y sin un gramo de grasa. Realmente estaba para comérselo y puedo asegurar que me costó horrores evitar el no echarme sobre aquel jovencito de mirada tan profunda y oscura y de labios deseables y gruesos que me hubiera apetecido besar sin duda alguna. ¡Perdona, qué tonta soy! ¿Te apetece algo de beber? –le ofrecí tras tragar algo de saliva pues notaba la garganta reseca. No, señora… no se moleste –exclamó con rapidez pero, para entonces, yo ya me había levantado ...
... encaminándome hacia la cocina. Mientras pasaba junto a él observé sus ojos fijos en mis piernas recorriéndolas de forma descarada una vez le di la espalda. Pude darme cuenta de este hecho sorprendiéndole a través del espejo del pasillo aunque, evidentemente, el muchacho no se percató de ello. Una vez en la cocina pensé si me había vuelto loca o qué era lo que me pasaba teniendo allí en mi casa a un muchacho totalmente desconocido y que perfectamente podría ser mi hijo. Podía hacerme cualquier cosa sin poder defenderme pues era mucho más alto y fuerte que yo, que apenas llegaba al metro sesenta de altura. Sin embargo, pronto abandoné aquellos lógicos pensamientos sacando de la nevera una cerveza bien fría la cual abrí una vez cogí el abridor del cajón. Ya con la cerveza en la mano, volví al salón encontrándome con el muchacho, allí sentado frente a mí, agradeciéndome mi amabilidad. Tras echar el primer trago agarró la carpeta de forma muy profesional y de nuevo empezó a bombardearme con toda una serie de folletos y explicaciones las cuales para mí resultaban completamente absurdas e insulsas. En aquellos momentos mi único interés era empaparme con la figura tan juvenil y masculina de aquel muchacho al que tenía allí sentado tan solo a unos centímetros de mí. La imagen de su pelo corto, de sus labios sonrosados y carnosos y de aquel cuerpo joven y aparentemente bien fibrado hizo que perdiera por completo el hilo de sus palabras, imaginándomelo echado sobre mí y sin dejar de saborear ...