1. Ella: El viaje a Grecia


    Fecha: 15/05/2023, Categorías: Anal Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    ... rato, Eva llamó su atención:
    
    -Mira, mira, mira… por Dios… –dijo con exagerado asombro.
    
    Ella se incorporó y vio a un tío alto, moreno, de rasgos angulosos, barba de varios días, ojos claros y un cuerpo musculado:
    
    -Está buenísimo el tío… –comentó ella mientras el hombre se acercaba hacia otro rubito con aspecto aniñado y se daban un apasionado morreo.
    
    -¿Buenísimo? ¿Tú has visto el paquetón de ese tío? Si va a matar al rubito ese. –Se reía nerviosa Eva.
    
    -No le he visto.
    
    -Ahora se va a girar.
    
    -JODER… Qué tiene ese hombre ahí.
    
    -Uf… quién cogiera algo así para hacerle un favor.
    
    -Eva… estuve con un tío… –decía esto con cierta vergüenza –que la tenía… –Se mordió el labio inferior y negó con la cabeza como si aún hoy le pareciera increíble.
    
    -Cuenta, cuenta… –se interesó su amiga.
    
    -Era un camarero del hotel. Empezamos a hablar en la barra del bar y acabamos saliendo de copas con sus amigos.
    
    -¿Y qué? ¿Cómo la tenía?
    
    La presentadora separó las manos a modo de medida, miró a su amiga:
    
    -Eva, era enorme, descomunal… –Comentaba con cierto orgullo de su conquista.
    
    -Joder, tía. Tengo ganas de enganchar una polla de esas.
    
    -Vamos, tú no te puedes quejar de tu curriculum… –Reprochó a su amiga.
    
    -Ya, pero hace mucho. Desde que estuve en París con aquel tío de la CNN. ¿Te acuerdas? –Eva decía esto mientras buscaba algo en su bolso.
    
    -Que menos mal que la tenía grande porque era feo de cojones, ¿eh?
    
    -No estaba tan mal… ¿no?
    
    -Habías bebido, ...
    ... Eva. Por eso no le veías tan mal. –Poniendo en evidencia su apreciación de la belleza.
    
    -Bueno pero tenía un pollón, ¿no? –justificándose y dando por buena su elección.
    
    -No sé. Tú me dijiste que sí.
    
    -¿Y tu camarero? Además de bien dotado ¿Qué más?
    
    -Uf… era atractivo, surfista… y sabía divertirse. –Lo decía casi embelesada por el recuerdo.
    
    -Uy, uy, uy… que te gustó mucho… –le dijo Eva insinuando un enamoramiento juvenil de la presentadora de informativos.
    
    -NO. A esta edad quiero libertad. Como tú. Y aquel tío fue eso. Un buen polvo. Bueno o dos… y fueron polvazos… –Ella decía todo esto con la mirada perdida en la inmensidad del mar donde el sol se reflejaba como en un espejo obligándola a entornar los ojos. Sentada y apoyada sobre las palmas de las manos sentía como una cálida brisa acariciaba sus senos desnudos y recordaba la pequeña calita a la que le llevó Carlos la última tarde. Notaba una sensación de satisfacción al pensar en su fin de semana sola.
    
    Terminaron con la tarde de playa hablando y comentando el desfile de cuerpazos que les rodeaban por todas partes. Eso si todos gay. Sobre las seis de la tarde volvieron al puerto de la isla en taxi y allí embarcaron de nuevo. A las diez de la noche bajaron al salón del barco a cenar. Como en la noche anterior Eva, se sentaron en una mesa con tres parejas de recién casados. Lógicamente todos la conocieron y estuvieron muy simpáticos con las dos amigas. Pero acabada la cena prefirieron estar solas. Aprovecharon ...
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