Cuckold (1): Una experiencia humillante
Fecha: 16/05/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... para sacarme de mis casillas. Pero no podía negar que algo de razón tenía.
—No lo pensé tan intelectualmente, pero puede que estés en lo cierto.
—No te preocupes Marcelo —dijo Tomás—. Si te va eso de ser cornudo, está todo bien. Además, esto queda acá, entre nosotros cuatro.
—Obvio —afirmó Santiago, y luego, mirando a mi novia agregó—: Cami, ponente en bolas.
Camila se había sentado a mi lado nuevamente. Sentir su olor a sudor y a semen me generaba una sensación indescriptiblemente morbosa.
Se paró, se despojó del vestido y luego del corpiño.
—Que rica piba. —comentó Santiago.
—Gracias —dijo ella.
—Vení. Marcelo no te va a coger hoy.
Camila fue al encuentro de los corneadores. Se sentó entre ellos. Tomás acarició su rostro. Ella sonrió. Parecía haber una conexión que iba más allá de lo sexual entre ellos, y eso me molestaba mucho más que todo lo que le acababan de hacer frente a mis narices. Le dijo algo al oído. Nunca odié tanto los susurros como en esa noche. Pero aun así, ansiaba mirar cómo se cogían a mi novia nuevamente.
Ella masajeó la verga de Tomás, la cual estaba toda pegoteada y largaba un olor que hasta yo sentía. Enseguida se puso dura. Camila se inclinó y comenzó a chuparla. Santiago le magreaba el culo. Luego ella dejó de mamarla, se paró, y caminó hasta la puerta. Tomás la siguió con la pija como mástil. Camila apoyó sus manos en la puerta y separó las piernas. Él se puso otro preservativo. La agarró de las caderas. Besó su hombro ...
... y se metió adentro suyo, con dulzura.
Sus movimientos fueron de apoco, cada vez más intensos. Cami arañaba la madera y gemía como una posesa. Algunos de los vecinos podrían escucharla, y si habían visto entrar a los visitantes, sus mentes podridas los harían especular historias muy cercanas a la realidad.
Cuando Tomás acabó, Santiago fue por su turno. Este último se la cogió con un salvajismo que solo vi en algunas películas pornográficas. Sus testículos chocaban con las nalgas de mi chica cuando su sexo se enterraba por completo. Ella quedó con el torso pegado a la puerta, largando gemidos incontrolables, apenas pudiendo mantenerse de pie. Estoy seguro de que alcanzó el orgasmo al menos dos veces más.
Cuando Santiago acabó, eyaculó sobre la cola de Cami.
Ellos todavía querían guerra. Pero mi novia ya no daba más. Había quedado totalmente exhausta.
Los corneadores pasaron un rato al baño, se vistieron, y se despidieron.
—La pasé increíble —dijo Tomás, dirigiéndose a Camila, quien se había puesto el arrugado vestido para despedirlos.
—Cuando quieran cuenten conmigo. Una mina divina tu novia —dijo Santiago.
Camila se metió en la ducha. Yo abrí el cierre de mi pantalón, y me encontré con mi verga fláccida y el calzoncillo empapado de semen. Había acabado sin siquiera tocarme.
Me desnudé, dejando la ropa tirada en el suelo de ese living lleno de olor a sexo. Abrí la puerta del baño y me metí en la ducha, junto a Camila. Nos bañamos juntos, sin decir una ...