Sandra, el culito que se me escapó
Fecha: 21/05/2023,
Categorías:
Anal
Autor: siemprefuiyo, Fuente: CuentoRelatos
... donde acaba de estar ahora mismo mi lengua… haciéndote mía… poseyéndote hasta el rincón más oscuro y profundo de tu ser. Dije de forma morbosa haciendo varias pausas dramáticas.
—Por Dios, si no me lo vas a hacer AHORA MISMO… calla, por favor, que me estás poniendo loca, joder. Prométeme que lo harás…
—Por supuesto que lo haré, porque… tú te vas a portar bien y vas a obedecer en todo lo que te diga ¿verdad? Dije con la intención de introducir mi plan original sobre cómo debía suceder cuando finalmente sucediera.
—Sí, mmmhhh lo que quieras. Pero ¿me lo harías sin usar condón, no? Preguntó como si fuera un ruego mal disimulado.
—¿Por qué le preguntas? ¿Tienes alguna idea de dónde te gustaría que termine? ¿Es por eso?
—Ya lo sabes.
—No. No lo sé. Quizás me lo imagino, pero igualmente quiero oírtelo decir.
—Dentro, Dios. Quiero… no… necesito… sentir tu leche llenándome el culo, bien caliente. Quiero que me rellenes como si fuera un buñuelo de crema. Es lo que más deseaba que hicieras hace un rato, cuando te lo pedí. Así quería recordar nuestro reencuentro.
—Osea, que deseas que te marque con mi lefa, que te deje un recordatorio imborrable de que estuve ahí dentro, dándote por el culo ¿Es eso?
—Sí.
—Sí… ¿qué? Dime claramente y en voz bien alta lo que quieres.
—Joder… ¡¡deseo que me folles duro tirándome del pelo y azotándome hasta que te vacíes las pelotas dentro de mi culo de zooorra!! ¿Así mejor? Gritó. Sin importarle o quizás sin tan siquiera ...
... reparar que sus compañeras de piso sin duda lo habrían escuchado en caso de estar en casa, lo cual desconocíamos ambos. Me excitó tanto oírle vocear aquellas palabras que involuntariamente me corrí en el acto sobre el final de su espalda. Ahí fui consciente de lo cachonda y auténticamente enloquecida de lujuria que debía estar porque, aunque Sandra no era ninguna mojigata, en condiciones normales jamás habría dicho algo tan soez y menos aún se hubiera arriesgado a que su compañera la escuchase hacerlo.
—Dios, Sandra. Ahora sí que me queda claro lo mucho que lo deseas y lo tendrás, zorrita mía, prometido: De este fin de semana no te libras.
Dije, besándola el cuello antes de quitarme de encima de ella y tumbarme a su lado. A lo que ella contestó simplemente con un mero gemido prolongado. Me fijé en el semen encharcado que había depositado en sus lumbares, bastante abundante y espeso para ser la segunda vez que me corría en tan poco tiempo. Pensé en si debía limpiárselo o dejárselo ahí, pero ella, salvo porque había sacado la mano de debajo de su coño, simplemente permaneció relajada en la misma postura en que había quedado, como si no tuviera fuerzas para hacer ni decir nada más, ajena a mi corrida en su rabadilla e incluso ajena a mi presencia. Cerré los ojos y creo que ambos nos quedamos dormidos.
Lo que es la vida.
Nada de todo aquello llegaría a suceder.
Esa misma noche, Sandra me presentó entre otras muchas a su amiga Alba saliendo de fiesta. Por lo visto le ...