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Caro y Edu
Fecha: 02/06/2023, Categorías: Infidelidad Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... ser sólo una mera impresión y se convierte en un hecho comprobado. La excitada odontóloga aprovecha que ese día lleva puesta una falda suelta y relativamente corta –un poco por encima de sus rodillas– y decide darle a su voyeur un poco más. Entonces se cruza de piernas tirando sutilmente de los costados de su falda hacia atrás y siente como ésta se desliza cayendo en dirección a su cadera. El hombre abre los ojos casi tan grandes como tiene abierta su boca: puede verle una pierna entera, casi hasta la nalga. A ella la pone muy caliente sentirse observada, deseada. Al final de la consulta el paciente se marcha azorado y ella está segura de que en un rato estará jalándose la verga hasta el desleche pensando en ella; esto la excita aún más: recientemente ha descubierto lo mucho que le gusta calentar a los hombres, casi tanto como le gusta la verga de Martín. Hay otro paciente en la sala de espera: es muy joven; Caro lo saluda cortésmente; él responde a medias denotando cierta timidez. Ella no lo hace pasar aún, le pide que la aguarde un minuto: se le ha ocurrido una maldad. Vuelve a entrar al consultorio y piensa que todavía falta un buen rato hasta que llegue algún compañero. Se muerde una uña con gesto pícaro y se pregunta si se animaría a hacer una travesura. Está tan excitada que no lo piensa demasiado y decide actuar; entonces se quita toda su ropa, quedando completamente desnuda bajo ese fino guardapolvo que no llega a cubrirla de manera decente: apenas si ...
... alcanza a taparle la cola; luego vuelve a la sala e invita al joven paciente a pasar al consultorio. El chico no advierte la escasísima indumentaria de la doctora hasta que se recuesta en la camilla; entonces abre unos ojos enormes de asombro y observa embelesado el andar de la fémina mientras ésta se pasea preparando el instrumental. Las piernas de Caro exhibidas en toda su extensión lo dejan sin aliento. Son tan perfectas, torneadas, macizas, de piel tersa y brillante; son como ornamentadas columnas del más exquisito orden corintio. Él se pregunta si estará desnuda bajo el guardapolvo: un centímetro más arriba y podría verle las nalgas, y la concha. La respuesta llega instantes después cuando Caro se inclina hacia adelante –buscando alguna cosa en el armario que se extiende a lo largo de una de las paredes del consultorio– y el guardapolvo trepa y sus nalgas quedan expuestas hasta media raja. Luego se inclina un poco más –seguramente lo que está buscando se encuentra en alguno de los cajones de abajo– y la que queda expuesta es su jugosa e hinchada vulva. El joven siente un lanzamiento espacial bajo sus pantalones y no sabe qué hacer para disimularlo. Ella advierte lo que ha provocado en su paciente (lo mismo que suele provocar en todos los hombres). Se coloca los guantes de látex, camina indiferente hasta el sillón, toma asiento y comienza con el examen. –Abrí grande la boca, bebé –le dice con elación. Sus tetas asoman obscenamente en su escote y están a punto de ...