1. El Técnico


    Fecha: 25/06/2018, Categorías: Dominación / BDSM Gays Hardcore, Autor: AmoSevero2007, Fuente: xHamster

    ... grito, ningún quejido ninguna mueca de dolor. Cuando supuse que sus pezones estaban suficientemente sensibles, sin piedad alguna, le coloqué las pinzas “japonesas”. Al soltar la cadenita que las unía si hizo una mueca de dolor, pero no dejó escapar por su boca ni un resoplido. • Ponte de pie, separa las piernas e inclínate, te voy a azotar. Cada golpe con la fusta iba dirigido con precisión al plug que aún estaba alojado en su ano, a sabiendas que los golpes repercutían en el interior de su culo. Noté que su cuerpo se estremecía y comenzaba a temblarle las piernas. Su espalda, sus piernas comenzaron a perlarse de sudor. El castigo estaba siendo duro y sospechaba que se derrumbaría de un momento a otro. Su polla, como era habitual, estaba babeando como un perro y la mía estaba más dura que una barra de acero. • Señor me están matando. • ¿Quién, yo? • No Señor, usted no. Las putas pinzas. • ¿Solo las pinzas? – dije mientras con un seco tirón y de golpe retiraba el plug anal. Entonces sí, se le escapó un ahogado grito y se derrumbó, cayendo de rodillas al suelo. • Te voy a quitar las pinzas, te va a doler, pero pasará ...
    ... enseguida. • Ahh, ay – gritó, mientras se le escapaban algunas lágrimas. • ¿Estás bien? • Sí – balbuceó – sí Señor, estoy muy bien. Mis manos ya estaban masajeando con delicadezas sus pezones para restablecer el riego sanguíneo. Y secándoles las lágrimas con mis palmas, y acariciándole la cabeza. Él, sin saber muy bien que hacer si llevar sus manos al dolorido culo o a sus sensibilizados pezones, simplemente se abandonó a mis mimos. • ¿Crees que tienes fuerzas para resolver este problema? – le dije señalando mi erecta verga. • Por supuesto, en la manera que quiera Señor. • Bien, vamos a la cama, me harás una mamada. Mi excitación era tal que no le costó mucho sacarme toda la leche. Nos acurrucamos dispuestos a dormir. Le abracé por detrás, le besé el cuello y le susurré al oído: • Eres un buen esclavo, para mí eres muy buen esclavo ¿qué soy para ti? • ¿Señor? Usted es mi Amo, mi Dueño, el propietario de mi cuerpo y de mi alma. Éramos casi vecinos, de forma que sería fácil volverse a encontrar y además nos quedaba el resto del fin de semana. Cansados, relajados y con una amplia sonrisa nos dormimos en espera del nuevo día. 
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