Los viejos se cogieron a mi esposa
Fecha: 02/07/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: JorgePietro, Fuente: CuentoRelatos
... los labios.
- Nosotros llevamos el vino y el postre y podemos pedir unas empanadas, dijo Carlos.
- Listo, traigan solo el vino, el postre lo ponemos nosotros, dije mirando a Ricardo con una sonrisa en la cara.
Había entendido mi indirecta, su cara de deseo lo delato. Ana no se dio cuenta, seguía juntando las cosas ayudada por Carlos. Yo disimuladamente les devolví las llaves a Ricardo. Arreglamos para las 21 horas y nos despedimos.
- Qué raro que los invitaste a cenar, me dijo Ana camino a nuestro departamento.
- ¿No querías?, ¿te parece que lo suspenda?, pregunté.
- No, está bien, no me caen mal, son agradables y muy graciosos, me respondió.
- Parece que vos también les caíste bien, te lo digo por la forma que te miraban, dije sonriendo.
- Sí, me di cuenta, son bastante zarpados, pero siempre me trataron con respeto.
- Quererle pasar crema en la espalda a una mujer casada no me parece muy respetuoso, dije.
- Me estaban jodiendo, decían que podía ser su hija y me estaban cuidando del sol, son unos locos bárbaros, rió.
- No parecía que te miraban el culo como a una hija, dije a propósito para ver su reacción.
No dijo nada, solo me sonrió. La note a Ana entusiasmada, los viejos le habían hecho pasar un buen rato. Recién en ese momento comencé a pensar que mi fantasía podía hacerse realidad.
Almorzamos y pasamos la tarde en casa mirando unas películas. Ana estuvo pasándose crema por todo el cuerpo a cada rato, realmente el sol había ...
... arrebatado la piel de la parte posterior de sus piernas y de la cola.
Llego la hora de prepararnos para la cena. Me duche, me cambie y mientras Ana hacia lo mismo, prepare la mesa del comedor para la velada. Al rato apareció ella.
- ¿Amor, me notas algo raro?, me pregunto mientras daba una vueltita.
Se había puesto un solero azul que dejaba su espalda al descubierto y que le llegaba a unos diez centímetros por arriba de las rodillas, con unas sandalias con un poco de taco y del mismo color. Se veía hermosa y radiante.
- Además, que estás relinda no noto nada, dije piropeándola.
- ¿Seguro? Me volvió a preguntar dando otra vuelta.
- No, dije.
- ¿Que tengo que notar?, pregunté.
- Es que no me pude poner nada abajo porque me arde por lo quemado, dijo.
- ¿No se nota no?, continuó.
- No, para nada, dije.
- Gracias, ya vengo, me voy a maquillar, dijo mientras me daba un beso.
Tuve que disimular el principio de erección que me había producido saber que iba a recibir a los viejos totalmente desnuda debajo del vestido. Trate de pensar en otra cosa, y continúe acomodando la mesa.
A las 21 en punto sonó el timbre, Ana todavía se estaba arreglando. Abrí la puerta y los hice pasar. Ambos estaban vestidos con una camisa y un pantalón, prendas que se veían muy finas. Una estela de perfume inundo todo el ambiente.
- Hola Pietro, buenas noches, dijo Ricardo.
- Permiso, dijo Carlos al entrar.
- Hola, bienvenidos, dije.
- Gracias, acá traje lo ...