Mete la polla en mi culo a ver que se siente
Fecha: 10/07/2023,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos
Llegué al aeropuerto Internacional General en Jefe Santiago Mariño de la Isla Margarita un viernes por la tarde, de allí cogí un taxi hasta el hotel Hesperia en el valle de Pedro González.
Ya en mi habitación y después de darle una propina al botones que me había llevado la maleta, cerré la puerta, puse la maleta sobre la cama de dos plazas y fui a echar un vistazo. Desde el ventanal de la habitación se veía la gran piscina del hotel y a lo lejos el mar, al fondo bajo el cielo azul casi sin nubes se alzaban orgullosas una serie de montañas. Era un lugar paradisiaco tal y como me habían dicho. No deshice la maleta, tiempo tendría. Sin cambiarme de ropa. Bajé al bar de la cafetería y me tomé una par de cervezas antes de cenar, después volví a mi habitación, una habitación que no me voy a molestar en describir.
Cuando viajo a un lugar me gusta conocer algo más que el hotel donde me alojo, por eso visité el puerto y bahía de Juan Griego, la bahía de Plata. Pesqué en Punta de Piedras. Visité la basílica menor de Nuestra Señora del valle del Espíritu Santo donde vi la hermosa Virgen del Valle. Vi las tetas de María Guevara. Vi iguanas, cotorras y cabras en el valle de San Juan Bautista. Vi bellezas venezolanas en la piscina del hotel, en la playa del Agua..., pero donde vi a la mujer más bella fue en la rueda del parque Diverland. Estaba mirando cómo giraba. Era preciosa, su cabello era rizado, su sonrisa angelical, era alta y fuerte, o sea entrada en carnes, su culo gordo ...
... me pareció un diamante sin pulir. Le entré.
-¿Vas a subir?
Me miró de abajo a arriba. Lo cierto es que ese día le debí parecer un pánfilo de mediana edad con bermudas, camisa de flores, gafas de sol y sandalias de goma. Como si fuera gallega, me respondió con otra pregunta.
-¿Vas a subir tú?
-¡Ni borracho! Tengo vértigo.
-¿Tan grandote y tienes miedo a subir en una rueda?
-Miedo, no, vértigo.
-Miedo.
Tenía razón y se la di.
-Va a ser que sí. ¿Vas a subir?
-Solo si subes tú y me pagas la vuelta.
Estaba buena, estaba muy buena, pero le dije:
-Ni por todo el oro del mundo me subía yo a esa cosa, pero te invito a beber algo.
-No bebo con desconocidos.
-A la noria, sí, pero al bar, no. ¿No soy el mismo desconocido?
-Ni a la rueda iba a subir, lo dije por qué sabía que no subirías, tengo una amiga que tiene vértigo y no se sube ni a una silla.
Me di por vencido.
-Bueno, que no se diga que no lo intenté.
-¿Qué intentabas?
Cómo sabía que no iba a conseguir nada, le dije:
-Devorarte.
-Has visto a una gorda, y te has dicho a ti mismo que era una mujer fácil.
-Al contrario, te veía tan inalcanzable que dije lo que me vino a la boca, aunque en el fondo es lo que quería, llevarte a mi cama y devorarte.
No alcanzaba a comprender mis palabras.
-Si crees que estoy buena lo de llevarme a la cama y devorarme lo entiendo, pero... Inalcanzable, ¿por qué?
-Por tu belleza...
Me interrumpió.
-Gracias, sé que fea no soy, ...