1. Cuando una puerta se cierra, como llegué a ser infiel


    Fecha: 11/07/2023, Categorías: Infidelidad Autor: MikeFed, Fuente: CuentoRelatos

    ... bueno.
    
    Pato: bueno, genial. Pero no se te baja.
    
    Yo: pues vas a tener que hacer algo,
    
    Dicho esto, me puse boca arriba, y la hice sentar con mi pija en su culo nuevamente. Como se estaba cerrando, le costó un poco.
    
    Yo: Ahora, el que va a hablar soy yo, y vos vas a cogerme y hacer lo que te diga.
    
    Pato: si, pero por favor no doy más
    
    Yo: dale, movete, putita, pellízcate los pezones, que te duelan
    
    Pato: si, me duelen mucho, basta, me excito más.
    
    Le di varios chirlos en el culo y era una maquina subiendo y bajando, no gemía, no gritaba, solo respiraba muy acelerada.
    
    Yo: fíjate si tenés mojadita la concha.
    
    Metió dos dedos y los sacó empapados.
    
    Yo: bueno, ahora metete mi pija en la concha y mantiene el culo abierto por si quiero otra vez.
    
    Pato: no dos más
    
    Yo: bueno.
    
    Me puse de rodillas nuevamente junto a su cara, metí tres dedos en su concha y me comencé a masturbar. Ella gozaba y me miraba extasiada.
    
    Yo: para que veas que soy bueno, te doy a elegir, donde querés que te acabe: culo, concha o te cojo la boca.
    
    Pato: En la boca, por favor
    
    La puse de rodillas, la tomé con las dos manos la cabeza y empecé a cogerle la boca. Se ahogaba, tenía arcadas, la saqué, y acabe en su rostro. Ella trataba de juntar mi semen con sus dedos y chuparlos.
    
    Creo que antes de terminar de acostarse, estaba dormida. Me dormí al lado de ...
    ... ella.
    
    Cuando desperté vi las sabanas manchadas de jugos, semen y sangre. Ver eso me excitó, me puso a mil nuevamente. Como estaba boca abajo, se la metí en la concha de un solo golpe. Dio un grito ahogado porque estaba seca y le dolió. Le tapé la boca con mi mano y le dije:
    
    Yo: quédate quietita y no jodas.
    
    Fui sintiendo como se humedecía.
    
    Cuando estaba por terminar, la hice levantar, la puse frente a un espejo y le seguí dando desde atrás.
    
    Yo: mira cómo estás, que cara de viciosa tenés.
    
    Pato: si, me envicié con vos.
    
    Yo: bueno, ahora pendeja, vas a conocer otra cara tuya. Abrite el culo
    
    Pato: otra vez no, por favor.
    
    Yo: abrilo.
    
    Pato: déjame humedecerlo.
    
    Cuando lo hizo, tome su cabellos e hice que se mire al espejo. Enterré mi pija y se desfiguró el rostro. Pero seguí bombeando y fue cambiando a placer infinito.
    
    Yo: mira como te cambió la carita, como estás gozando pendeja.
    
    Nuevamente acabe en su intestino.
    
    Al rato pedimos el desayuno. Cuando lo trajeron lo miró y me dijo
    
    Pato: estos polvos infernales valieron la pena.
    
    Nos pasamos los teléfonos, me pedía por favor volver a vernos. Quedamos que por lo menos una vez al mes nos íbamos a encerrar todo un día.
    
    Cuando volví a casa, por el estado de mi ropa, mi mujer algo sospechó. Pero no dijo nada, quizás por comodidad.
    
    Ella cerró una puerta, a mí se me abrió otra. 
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