El culo virgen de mi cuñada
Fecha: 17/07/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos
Me estuve comiendo a mi sobrina por 2 meses. Aprovechando las clases de Estadística que le daba, me la cogía rico, sin tabúes ni prejuicios. Estaban claras las reglas, por su vagina con condón, por su culo sin condón. Fueron meses deliciosos, volver a casa, a dar clases y coger gratis. Indudablemente una situación perfecta, casa, comida y culo, como decimos en Perú.
Una tarde de sábado, estaba en mi cuarto, descansando, me tocaron la puerta con timidez. Sabía que no era mi mamá, que se metía al cuarto sin pedir permiso ni ningún protocolo, a sacar la ropa para lavar, limpiar u ordenar, o cualquier cosa que como madre sintiese fuese su obligación. Tampoco mi papá, que cuando quería algo conmigo se ponía al otro lado de la puerta y gritaba mi nombre.
Me sorprendió la tocada, pues de origen desconocí quien podía ser. Estaba sólo en short y así abrí. Era mi cuñada, la esposa de mi hermano mayor. Cuando la vi me sorprendí, pues usualmente intercambiamos pocas palabras cuando nos encontrábamos y no tenía idea de porque me iba a ver al cuarto.
La hice pasar y nos sentamos. Yo sobre la cama y ella en la silla del escritorio. Comenzó a agradecerme por las clases que le daba a mi sobrina, pero rápidamente era obvio que no era ese el tema. Pero tampoco se me venía a la mente uno específico del porqué me visitaba en mi habitación.
Finalmente, tras palabras más o menos intrascendentes, ella me dijo “estás teniendo sexo con mi hija”. Le respondí que no, que cómo se le ocurría ...
... algo así, que ella era mi sobrina.
Me dijo “Alonso, no me mientas, los he visto”. Y me puse lívido. No supe que responder. Me quedé helado. Mi sobrina era mayor de edad, así que no tendría ninguna contingencia legal, más allá de que mis padres me botarían de la casa y seguro se avergonzarían (y mucho) de mí. Somos una familia muy unida y algo así sería terrible para todos.
Empecé a excusarme y echarme la culpa. A intentar encontrar un perdón para mis actos. Pero ella me cortó en seco y me dijo “quiero que me hagas lo mismo”.
Me quedé helado. Sin respuesta. Sólo pude responder con temblor en las palabras “¿lo mismo?”
-Sí, lo mismo, se reafirmó.
-Pero lo mismo, ¿a qué te refieres?
-A que me hagas el sexo como a ella, lo quiero todo igual.
-¿Estás segura?
-Sí. Lo he pensado mucho y lo quiero hacer.
Me quedé en silencio un minuto, quizás algo más y le pregunté ¿Por qué? Y ella se explayó. Habló varios minutos, que se resumen en “tengo casi 40 años, sólo he estado con tu hermano. Nunca he sentido lo que vi mi hija siente y quiero experimentarlo. No sé si está bien o mal, pero no dejo de pensar en eso”.
Me volví a quedar sin palabras. Sólo le dije, pero no puede ser acá. Tendremos que buscar donde, un sitio discreto. Y ella me dijo “sí, claro. Acá yo tampoco me sentiría cómoda”. Me dijo, “Martín (mi hermano) juega futbol todos los domingos por la mañana, yo puedo aprovechar mañana y voy donde me digas”.
Se me ocurrió un hostal a unas 20 cuadras de la ...