La tía madura se la pone al sobrino dura
Fecha: 20/07/2023,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos
Bernarda era una mujer de 40 años, de un metro 52 de estatura, morena, ni gorda ni flaca, ni fea ni guapa. Parecía una mujer de aldea de los años treinta. Llevaba el cabello recogido en un moño y vestía y vivía de forma austera. Parecía de esas mea pilas que al follar con sus maridos no pasaban del misionero, parecía.
Kiko era un amigo mío, guapo, moreno, de estatura mediana, ancho de espaldas y estrecho de culo, pero maricón no era, eso seguro, y estaba al trabajo que le caía. Le había cortado a su tía Bernarda las ramas de un cerezo que daban a la finca de al lado, donde vivía su prima Angelita, que era lo contrario de las mujeres de aquel tiempo, tenía 26 años, era alta, rubia, de ojos azules... Era un pibonazo con un cuerpo de escándalo, pero más puta que las gallinas.
Contaré la historia en primera persona.
Estábamos Bernarda y yo en un cobertizo sentados sobre dos troncos de roble comiendo dos bocadillos de anchoas. El gato de Bernarda, un gato amarillo con rayas marrones, de raza indefinida, echado sobre unos sacos nos miraba y se relamía. Una jarra de vino tinto de dos litros y dos tazas de barro estaban en el suelo. Las paredes del cobertizo eran de ladrillo y estaban sin revestir. Por una ventana en la pared de la izquierda entraba la claridad durante el día, y para la noche colgaba una bombilla del techo. La puerta era de madera de pino y estaba algo apolillada. Había cantidad de telas de araña debajo del techo cubierto de uralitas y una docena de ...
... grillos que vivían entre la leña habían puesto música "gri gri" desde que dejáramos de tirar de la sierra de mano con la que hicimos leña de las ramas y de unos cuantos troncos.
Yo estaba a pecho descubierto mostrando orgulloso mis pelos negros y mis pectorales, bíceps... Mi tía Bernarda, enfrente de mí, tenía puesta una camiseta blanca y una falda marrón que le daba por debajo de las rodillas, pero que al haberse sentado se le subiera y enseñaba más de lo que debería. Parecía la Chiquita Piconera, que en su día pintara Julio Romero de Torres, solo que su camiseta blanca con el sudor se le pegara al cuerpo y se marcaban en ella dos grandes pezones, lo que me dijo que no llevaba sujetador y que tenía ganas de polla, aunque ya me lo imaginara al entrar en el cobertizo y ponerle la tranca a la puerta para que nadie los molestara. Mi tía, echando dos tazas de vino, me dijo:
-¿Puedo preguntarte algo personal?
-Pregunta.
-Se rumorea que lo hiciste con tu prima Angelita. ¿Es verdad?
-¿Por qué te interesa saberlo?
-La que estaba preguntando era yo.
Cogí mi taza y después de vaciarla de una sentada, le dije:
-La gente que no tiene que hacer le da a la sin hueso. Angelita está casada.
Bernarda se echó un trago de vino. Le cayeron unas gotas en la teta derecha al lado del pezón. Le pasó el dedo medio por encima, por el pezón y después lo chupó mientras me miraba. Era un claro acto de provocación. Luego empezó a sacarle punta a la cosa.
-Y su marido está ...