Conejo a la cantonesa
Fecha: 27/07/2023,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... azorado y se besaron castamente, rozando apenas las mejillas.
¡Claro que se acordaba de Diego! Había sido su primer amigo del colegio cuando se incorporó ella cuatro años antes. Secretamente, Mei se había enamorado del chiquillo, aunque nada lo denotó en su día. Hubiera sido la deshonra de su familia si hubiera dado ella cualquier paso para intimar con un joven, o que hubiera permitido que él se acercara a ella más de lo conveniente. Y no fue porque no lo intentó el mozuelo. Diego tenía una fijación con aquella chinita tan dulce, educada, misteriosa, tan diferente de las ruidosas y asilvestradas muchachas autóctonas, como la propia Natividad.
No entiendo. Hay otro chico contigo. ¿Dormía él en tu cama? Mei pareció escandalizada, aunque sus ojos denotaban que hablaba con ironía oriental.
Sí, sí, pero no es lo que te imaginas. Azorado, Toni se justificaba sin necesidad.
Ya lo sabe, capullo, terció la dueña de la casa. Te toma el pelo. ¿Cuánto tiempo hace que no veías a Diego, Mei? Lo menos dos años…
Así era. Diego y Antonio habían ido al instituto hasta los dieciséis. Luego Diego se puso a ayudar a su padre en el negocio del transporte y Antonio se matriculó en un Ciclo formativo con la intención de hacerse Guardia Civil cuando tuviera la edad. Antonio no había ido a la clase de los otros tres y estaba muy cambiado por obra y gracia de las pesas y los batidos, así que Mei no le reconoció cuando se presentó ya con pantalones
Hola, ¿cómo te va? Saludó sin ...
... acercarse el musculoso joven. Le daba repelús aquella chica tan menudita.
Bueno, ya os ibais ¿no? Insinuó Nati, caminando hacia la salida
La verdad, no tenemos prisa, repuso Diego para sorpresa de su amigo. Hasta podríamos comer aquí, con vosotras.
¿Tú qué dices, Mei? Preguntó la otra moza. El trabajo ya casi está…
Bueno, me es igual. ¿Estás en tu casa, no? Mei miraba de reojo a Diego y le temblaban las piernas por su audacia. ¿Cómo podía atreverse a proponer que se quedaran? Aquello tomaba un cariz peligroso para su virtud.
¿Comida china o italiana? Ahora habló Toni, que ya tenía hambre y no estaba para monsergas. Hay de las dos cosas cerca.
Claro. El restaurante de sus padres y la pizzería. Yo digo chino. ¿No, Mei? Nati estaba ya en su salsa y disfrutando del morbo de ver a su amiga aparentemente presa del deseo carnal.
Vale, sí. Pero no digáis nada de que yo estoy con vosotros. Advirtió la asiática.
Claro que no, cielo, piropeó con gracia Diego.
Mientras ellos bajaban por la comida, las dos chicas pusieron la mesa y prepararon una ensalada de lechuga, cebolla y tomate aliñada con limón, plato sencillo de fuerte arraigo en Murcia y todo el Mediterráneo occidental.
¿Te gusta Diego, eh pendona? Se interesó Nati mordaz.
No, no. ¡Qué dices!. Éramos amigos cuando llegué al colegio, pero no me gusta ni nada… se justificó la chinita.
Bueno. Ya veremos, dijo la otra con sorna.
A los veinte minutos llegaron los encargados de las provisiones. Rollos, ...