La puta que tengo en casa y yo sin enterarme
Fecha: 27/07/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Es tarde ya, hace frío y una fina lluvia cae sobre mi ciudad y todavía me espera un largo trayecto de casi 40 minutos en bus para regresar a casa después del trabajo. Este, va casi vacío y no obstante, un hombre de unos 60 años me da charla sobre fútbol para hacer el viaje un poco más ameno y le doy continuidad, probablemente para evadirme de los problemas laborales tan grande que tengo, cobramos en nuestra empresa desde hace medio año más o menos poco, tarde y mal; las cosas no funcionan bien y la crisis hace estragos y la situación económica en casa está al límite. Fueron pasando las paradas del bus y ese señor tan dicharachero continuaba hasta que por casualidad le mencioné la zona del distrito donde yo residía por si otro día nos cruzábamos poder tomar una cerveza con él ya que me demostró tener un especial don de gente y su charla créanme fue muy grata; lo que me contó al mencionar donde residía yo me dejo estupefacto y realmente el destino es bastante caprichoso.
Carlos que así se llamaba este buen hombre; me dijo que conocía aquella zona bien pues, bajando un poco el tono de su voz y acercándose un poco más a mí, allá queda con una señora de unos 40 años para de vez en cuando desfogarse con ella, decía que para lo buena que estaba cobraba muy poco y que la conoció por medio de otro amigo y desde que la probó suele ir un par de veces al mes tal cómo percibía su pensión, pese a estar casado pero su mujer era muy estrecha en la cama y con esa putita recibía todo lo ...
... que su señora no le aportaba sexualmente ya que entre otras cosas, ella estaba en la flor de la vida ya que aún se conservaba estupendamente, con la experiencia ya de ser una mujer madura, pero con cuerpo de aparentar 15 años menos, así me la describió y hasta me puso cachondo de todos los detalles que me apuntaba Carlos: rubia, media melena, unos pechos turgentes y que por quitarle un día el mismo el sujetador vio que la talla era de 105, muslos prietos y carnosos rematando un culo que ya lo quisiera una mujercita de 20 años , duro como una roca y un coño sabroso totalmente depilado que sólo de hablarlo se le hacía la boca agua al suertudo de Carlos. Era toda una ganga, primero porque era una mujer casada, él desconocía los motivos por los que lo hacía, y eso era una garantía de no ser una puta callejera con el miedo a contraer cualquier enfermedad sexual, luego evidentemente por su despampanante físico y por último por el precio que cobraba ya que te recibe en su casa y así de camino guardabas un poco de intimidad y discreción por el miedo a ser visto en la calle por cualquier conocido; todo eran ventajas el poder follarse a esa puta en oferta.
Ante mi curiosidad, le pregunté exactamente el lugar concreto donde residía esa putita y el mundo se me vino encima…. dió con todo lujo de detalles, la calle con los establecimientos y tiendas que hay en ella donde residía yo y un escalofrío me recorrió la espalda cuando mencionó su nombre, Frida. A continuación, sacó su teléfono ...