El regalo
Fecha: 02/08/2023,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... oriental, roja y con motivos dorados. Corta, muy corta. Poco a poco iba perdiendo la vergüenza que siempre tuve cuando me gustaba alguna chica mayor que yo y empecé a mirar con menos disimulo. Cuando nos separamos la cadena de mi cuello se enganchó en la bata y esta se abrió casi del todo. Lara me dijo cuidado Anita y se acercó de nuevo a mí para evitar romperla. Arqueo sus brazos y encontró el cierre de la cadena en mi nuca, lo abrió y está vez si pude apartarme. Delante de mí deshizo completamente el nudo de la bata para poder acercar a sus ojos la zona, al nivel del pecho, donde mi cadena seguía enmarañada. Vencí mi timidez y me recree en la vista, Lara no llevaba nada debajo, me quedé mirando el coño más goloso que he visto en mi vida. No me sorprendió que estuviese casi totalmente depilado, sabía que Lara se había hecho la depilación láser el verano anterior, algo bastante novedoso y exclusivo en aquella época, lo más goloso para mí era lo marcada que tenía la vulva, carnosa, con muy poco vello, parecía un melocotón amarillo, jugoso, quizás la depilación, que solo dejaba ya crecer vello en los labios externos ayudaba a crear aquel efecto. Se me hizo la boca agua pensar que delicioso sería comerse aquel manjar. No presté atención a los pechos ni a los muslos ni a aquella barriguita tan hermosa, me quedé hipnotizada mirando y guardando cada detalle para dedicarle mi próxima paja.
-Lara. Ya esta cariño.
-Ana. Gracias.
-Lara. Te gusta?
Se refería a su pubis. ...
... Conteste tomando la pregunta en el estricto sentido estético.
-Ana. Me encanta. Está precioso.
-Lara. La verdad es que sí y resulta muy cómodo pero su sacrificio cuesta. Son muchas sesiones de laser.
-Ana. Duele?
-Lara. Bueno, a mi edad si una quiere cuidarse hay un precio que pagar.
-Ana. No digas eso. Tu edad es perfecta. Estás increíble.
La bata seguía abierta y yo continuaba mirando a alternativamente sus ojos y su coño cuando las dos nos asustamos. Leo rompía aquel silencio con un sonoro: buenos días, si molesto me vuelvo a la cama.
Las tres nos reímos, la bata se cerró y Leo nos dio una buena palmada a cada una en el culo.
-Leo. Me alegro que hayáis intimado tan rápido (riéndose y mirándome). Has visto el coñito de trescientos mil escudos.
-Lara. Bueno ha sido un pequeño accidente.
-Leo. Lo sé, os he oído desde el salón. Me alegro mucho de que os llevéis tan bien.
-Ana. Pero qué es eso de los trescientos mil escudos?
-Lara. Bueno, es el precio del tratamiento, me lo hice el año pasado aquí en Portugal.
Continuamos charlando mientras desayunábamos. Lara ya había acabado y se puso a recoger algo la cocina. Yo, tras el mal comienzo del día me sentía ahora feliz. Lo tenía todo. Las dos mujeres que mas me habían gustado en mi vida y yo, solas en aquella casa, el día era radiante, no eran ni las nueve y ya hacía calor.
Aunque innecesario precisar fechas sí que tengo la sensación de que en un tiempo más cercano nada hubiese sido igual a ...