El regalo
Fecha: 02/08/2023,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... como lo fue en aquel verano. La sensación de aislamiento que vivíamos nos hacía estar más unidas, un teléfono fijo en el salón con un supletorio en la habitación de Lara era toda nuestra comunicación con el mundo. Internet todavía estaba naciendo, las tres teníamos ya un móvil gsm pero en aquel lugar de la costa portuguesa faltaban años para que llegase el servicio. Aparte de la televisión y un equipo de música solo la lectura y la conversación eran nuestro entretenimiento. No nos pasábamos el día pendientes de redes sociales ni páginas web ni smartphones. El tiempo discurría despacio, los días parecían eternos, pero eternos no significa aburridos, de eso estoy muy segura.
Leo había bajado medio desnuda y yo seguía con las bragas transparentes del día anterior. Lara nos dijo: chicas a las diez llega Fátima y seria una falta de respeto que nos paseásemos así por la casa, mientras ella esté aquí, poneros algo, luego ya si os apetece os cambiáis de nuevo y sois libres de vestir como os apetezca. Así lo hicimos, sabia por Leo que su madre apreciaba mucho a su empleada, de hecho, habíamos traído varios regalos para Fátima desde Salamanca por encargo de su madre. Cuando subimos a cambiarnos Leo tuvo la idea de bajar a la playa, a dar un paseo o quizás tomar el sol. A mí no me apetecía demasiado, prefería quedarme con su madre en casa, pero accedí. Nos pusimos los bikinis, el mío naranja y azul él de Leo, eran de los que se atan con lazo a un lado y sujetador de triangulo. Creo ...
... que eran la misma talla por lo que los tetones de Leo parecían a punto de salirse y a mí no llegaba casi a taparme ni la raja de mi culazo. Antes de bajar a la playa pedimos a Lara unos pareos, y nos dejó dos iguales. Tuvimos que terminar de descargar el coche y subir a casa lo que habíamos dejado la tarde anterior y en menos de diez minutos ya estábamos paseando sobre la arena. Al quedarnos solas temí que Leo llevase la conversación hacia lo que había sucedido por la mañana. Yo seguía pensando en aquel pubis depilado y aquellos labios que parecían hechos para mi boquita y ya estaba lo suficientemente caliente como para que ella me encendiese todavía más. De momento tuve suerte, la playa todavía estaba casi vacía. Leo conocía a algunas de las personas con las que nos cruzábamos y saludaba graciosamente en portugués, lo hablaba, para mi sorpresa bastante bien. Llegamos caminando por la playa al pequeño embarcadero por donde los barcos eran sacados del agua cada día, no existía lo que conocemos como un puerto propiamente. A esa hora casi no había nadie pero vimos a un chico que se acercaba rápidamente caminando, Leo lo reconoció y corrió hacia él se saludaron y vinieron hacia mí, el chico me dio dos besos al estilo español e hizo el esfuerzo de hablarme en castellano. No tenía más de dieciocho años era guapo, no demasiado alto y por sus manos y sus brazos se veía que ya no se dedicaba a estudiar sino a trabajar en el mar.
Los tres juntos continuamos paseando por la playa ya ...