1. El pervertido señor de la tienda
Fecha: 06/08/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: PrincesaIntelectual, Fuente: CuentoRelatos
Me llamo Liliana y este es mi primer relato erótico que publico. Espero que lo disfrutes, querido(a) lector(a).
Una mañana de lunes, cuando gozaba los 29 años y llevaba dos años de casada, me dedicaba a las labores del hogar. Mi marido, David, tres años mayor que yo, estaba por despertarse, así que le dejé una nota en la mesa diciendo "no tardo, amor, fui al mercado" y me apresuré a salir de casa para comprar lo necesario para prepararle el desayuno.
Antes de pasar al mercado, creí que sería mejor preguntarle a Don Óscar de la tienda de la esquina si tenía leche y huevos. Por las prisas, yo iba vestida en un short de mezclilla con múltiples rasgaduras por delante y una blusa muy holgada, reflejo de lo libidinosa que estaba en ese momento.
Don Óscar era un hombre trabajador, caballeroso y honesto, aunque lamentablemente viudo y sin hijos, por lo cual vivía solo. Parecía de unos 45 años, moreno y un poco canoso.
Llegué a la tienda, saludé al buen varón, quien me vio sonriente de pies a cabeza y le pedí un kilo de huevos. Mientras él los pesaba en la báscula, yo me encorvaba para observar desde la reja si había leche de la marca de mi preferencia. Noté que Don Óscar agachó la mirada, la cual apuntaba hacia mis senos, por lo que procedí a enderezarme y taparme.
O: ¿Algo más, señorita?
L: Disculpe, ¿tendrá leche de marca XXXX?
O: Creo que sí, pero está en cajas que tengo debajo de un estante y no puedo agacharme por problemas lumbares. Si gusta, le permito ...
... entrar para que usted misma tome las que quiera.
Don Óscar abrió la reja e ingresé. Él cerró la reja tras de mí, me indicó el lugar donde guardaba los empaques de leche y tuve que agachar la espalda para sacarlos. De repente, sentí una mano que presionó mi espalda mientras que otra mano se deslizaba suavemente a lo largo de mi muslo derecho hasta quedarse estática en mi nalga derecha.
L: ¡Oiga! ¿Pues quién se cree?
O: Sus piernas son hermosas.
L: ¡Suélteme!
O: Tranquilícese, no le haré nada, solo me estoy imaginando cosas.
L: ¡Usted no está enfermo de la zona lumbar, sino de la cabeza!
Lo que me parecía una grave falta de respeto se convirtió en una delicia. Él repitió varias veces ese procedimiento y provocó que yo emitiera un gemido de aprobación. Sin embargo, aún no estaba convencida del todo.
O: ¿Ya ve como sí se siente bien?
L: ¡Cállese y déjeme ir! ¡Tengo quehaceres!
O: Dese un lujo para iniciar la semana de buen humor.
Inesperadamente, sentí cómo su lengua lamió lentamente mi short desde donde se encuentra mi pucha hasta donde comienza la línea que separa mis glúteos.
L: ¡Tsss!
O: No le quitaré mucho tiempo y no se va a arrepentir.
Colocó una mano en mi abdomen y otra en mi cintura para llevarme a través de una puerta hacia su catre acolchonado y sentarme. Él estaba de pie, se bajó el cierre del pantalón frente a mí y me dejó ver su negro pene, que aunque estaba flácido, se veía largo.
Por instinto, llevé mis manos hacia mi ...