1. Nalgotas


    Fecha: 09/08/2023, Categorías: Bisexuales Autor: Hunter, Fuente: CuentoRelatos

    Raúl vive en un pueblito costeño llamado San José pero su familia es de las montañas. Es blanco, un poco gordito, ojos café y cabello abundante. Mide como 1.73 y lo conocí mientras buscaba unos materiales cerca de donde yo laboro. Estaba cargando bloques y sacos de cemento y me le quedé viendo porque el pantalón se le bajaba un poco y le notaba las nalgotas, blancas, al igual que su piel, tenía cara de niño, aun cuando luego me enteré que ya tenía dos hijos. A sus 26 años no era lo que se podía decir un adolescente. A pesar de trabajar bajo el sol, seguía teniendo ese colorcito característico de la gente de las montañas del Oriente de Panamá.
    
    Apenas lo vi supe que había material para un buen polvo. Cada vez que interactuaba con él le preguntaba sobre su vida, su familia, sus intereses y así fuimos tomando confianza y al final lo invité a mi casa. No me sorprendió que estuviera nervioso porque a pesar que no habíamos hablado de lo que íbamos a hacer, era tácito y sobreentendido que dos hombres solos no iban a conversar en una tarde de un sábado. Le dijo a la mujer que iría a hacer un trabajito extra y cuando llegó a mi casa arrancó tomándose de golpe 3 cervezas. Le serví un trago fuerte de ron y me le acerqué lentamente por detrás.
    
    Tenía el cuerpo duro, firme, macizo, con cierto aire rústico que me arrecha mucho. Comencé acariciándole la espalda y arañándolo un poco para ver como se le marcaban mis uñas en su lomo blanco. Le fui quitando la ropa rápidamente y mientras ...
    ... tanto el me apretaba con ganas, como si necesitara que lo trataran rudamente, que fue justo lo que hice. Le agarré el culón, grande, lampiño. Me sorprendió que tuviese una verga totalmente rasurada, lampiña. Nos metimos a la ducha y enjabonamos bajo el agua caliente. De verdad que ninguno de los dos sabía por dónde agarrar. El me sobaba la pinga porque la tengo bien peluda y mis huevos cuelgan como dos bolas de navidad. Cuando llegué a hurgarle el culo con un dedo se me resbalaba porque de verdad este chico no tiene vellos por ninguna parte.
    
    Le di vuelta y me regodeé con sus nalgotas blancas. Ahí me pongo a mordisquearlas y chupetearlas, era como si me estuviera comiendo un filete de carnes en el mejor restaurante. Yo levantaba las nalgas, metía mi cara, mordía, arañaba y volvía a comenzar. Metí la cara justo entre sus nalgotas mientras las sobaba con más y más ganas. La verdad el trataba de agarrarme la verga para mamármela pero yo estaba tan entusiasmado con ese culo que no lo dejé. Llegó un momento en que me pegué a morderlas y chuparlas que vi como empezaban a quedar marcas de mis chupetes. Morados, rosados de todos los colores.
    
    Lo abrí y vi su huequito, tal como lo imaginé. Rosadito, lampiño, chiquitito. Le metí la lengua y chupé, succioné y mordí. Era como una pequeña vulvita, apretadita y a la vez ansiosa. Con los dedos separé su conchita y traté de meter la lengua hasta adentro. Me sentía desesperado por ese culo, era hermoso. El hecho que estuvieran gorditas y ...
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