1. La noche que me hicieron sumisa


    Fecha: 09/08/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: zari, Fuente: CuentoRelatos

    Es blanco, pero tostado y de ojos verdes, de 50 años quizás, como yo, se ve duro, bajo, pelo corto y tieso y todos lo tratan con respeto. De verdad siempre me gustó, sus manos son toscas pero cuidadas.
    
    Esa noche en la casa de la playa, después de jugar a las cartas con otros amigos, salimos a la terraza a tomar un trago. Nos dimos unos besitos y entramos a su dormitorio por la cocina para que los que jugaban no nos llamaran. Se sentó en el borde de la cama, me puso de pie frente a él y comenzó a desabrocharme la blusa, a sacarme el brassier.
    
    Yo inmóvil dejaba sus manos acariciarme la espalda y su lengua y sus dientes en mis pezones me daban escalofríos de lo rico que los sentía. Me hizo retroceder, me desabrochó el pantalón y me dejó frente a él, sola con mis pantaletas, pensé si estarían húmedas.
    
    Luego me tomó de la cintura me recostó en la cama, y encendió una velas y apagó las luces y se sentó a mi lado acariciándome, yo estaba algo mareada por los dos whiskys, pero después de 24 años de mal matrimonio y separada y sola hace medio año ya, me encantaba como me recorría esa mano áspera y subía hasta mi entrepierna.
    
    -Estas mojándote, putina- me dijo. Me pareció una ordinariez que me llamase así.
    
    -Zarina, le dije molesta.
    
    -Putina, me dijo. Y siguió acariciándome sin hacerme mayor caso. Luego me puso boca abajo y metió su mano entre mis piernas, me sacó las pantaletas y quedé desnuda en la cama, y ya a punto, lista, entregada.
    
    Él se dio cuenta de ello. ...
    ... Acomodó una almohada bajo de mis caderas que levantaron mi trasero. Y yo ya estaba a cien, levantaba mis glúteos para que los tomara y el paseaba su dedo por mi hoyito, luego bajaba su mano a mi rajita que estaba muy muy mojada.
    
    -¿Sigo?- Me susurró con sus dedos pellizcándome el clítoris.
    
    -Siii, por favor- le pedí entre suspiros.
    
    -Viste que eres putita… Mi putina-, me dijo. Reconócelo. Dilo… Mientras me magreaba el sexo.
    
    -Putina, le dije después de un silencio, murmurando, siguiendo con mi cuerpo su mano para que no se despegara de él.
    
    -Más fuerte, que no te escucho amor-. Me gustó que dijera amor.
    
    -Putina. Soy tu putina -le dije y me mordí los labios junto a la sábana donde hundía mi cara.
    
    Y siguió. Yo movía mis caderas buscando el contacto de mis labios mojados con sus dedos. Estaba muy muy excitada ya, como nunca creí que yo señora profesora, señora directora, pudiera estarlo solo quería que se sacara su ropa y entrara en mí.
    
    -Te mueves mucho putina -me dijo, y me dio media vuelta poniéndome boca arriba. Y acostada en la cama ató mis manos, mis muñecas a cada esquina de la cabecera. Luego separó mis piernas y las amarró desde sobre las rodillas a los bordes de la cama impidiendo que las juntara. Dejándome abierta a él, mojada palpitante e hinchada, cualquier roce me aceleraba, me hacía jadear.
    
    Luego me vendó los ojos.
    
    La ceguera hizo que escuchara afuera las voces de los demás que continuaban jugando a las cartas y olí las velas que alumbraban la ...
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