1. El regalo


    Fecha: 06/09/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... debajo de lo que cualquier mujer menos segura de sí misma se atrevería a lucir.
    
    Tragué saliva y tras los saludos subimos parte del equipaje que traíamos a las habitaciones de la tercera planta. Leo y yo cogimos las maletas más pesadas y Lara una mochila mía y una bolsa de deporte de su hija. El mundo se paró cuando me encontré subiendo escaleras arriba. Leo me cedió amablemente el paso y Lara subía delante de mí. Entonces pude contemplar lo que hasta ese momento solo había intuido. Delante de mis ojos, a apenas unos centímetros, tenía el culo más impresionante que en mi vida había visto. Era un culazo al límite. Era todo lo grande que podía ser sin llegar a lo grotesco, pero no lo era porque sus formas eran perfectas. Redondito, parecía mullido como una almohada de algodón. Las nalgas se movían como flanes escaleras arriba. Un tanga tan ajustado como el vestido gritaba estoy aquí, envidiame. La naturaleza me regaló una imagen que aún arde dentro de mi cerebro años después: al llegar al primer descansillo del primer piso el sol del atardecer atravesó la fina tela de aquel vestido y llegó a mis ojos mostrándome aquellas caderas y piernas que completaban la anatomía de mi mujer diez. Aquellos muslos que las aberturas del vestido dejaban ver eran lo suficientemente gruesos para acompañar con solvencia semejante trasero, más gruesos o más delgados también hubiesen desafinado en una partitura que sonaba muy bien de principio a fin. El resto de las piernas de Lara hablaban de ...
    ... una mujer que se quería y se cuidaba, depiladas a la cera, con ese brillo inconfundible y sobre todo aquella piel tan joven, tan sedosa, ni rastro de celulitis ni varices, incluso en la frontera entre muslos y nalgas que el vaivén del vestido me dejaba ver. Seguramente participé en la conversación mientras subíamos pero ni me acuerdo. Al final el mundo arrancó de nuevo, llegamos al descansillo del tercer piso y tuve que separar mi cara de aquella escultura. No me gustan mucho expresiones machistas como mujerón o maciza pero reconozco que no hay adjetivos mucho mejores para definir aquel cuerpo. Y dicho esto Lara vista en conjunto era una mujer, si no delgada en absoluto pasada de peso , su vientre era la envidia de cualquier veinteañera como nosotras, cuello y cara estilizados. Era un sueño de mujer. Me duele definirla como si fuese un objeto, un purasangre en un concurso equino, pero ya tendré tiempo más adelante de hablar de la mujer que había dentro de ese cuerpo a la que pronto valoré como ser humano, más allá de ese físico que tan impresionada acababa de dejarme.
    
    Debí parecer tonta mirando al suelo cuando Lara nos preguntó si íbamos a compartir habitación o no. Sentía en mis mejillas ese calor que acompaña a la rojez de la piel. Tenía miedo que ellas notasen el shock que acababa de experimentar. Me tranquilicé al ver que las dos jadeaban después de subir hasta la tercera planta. Hice un comentario, algo así como: guau la próxima vez nos traemos menos equipaje y levanté ...
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