1. El regalo


    Fecha: 06/09/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ella muchísimas veces, sobre todo los primeros años cuando todavía no teníamos móviles, luego menos porque en vez de llamar a casa lo hacía al de su hija. El caso es que varias veces que se había acercado a Salamanca para visitar a Leonor yo estaba en casa de mis padres. Ella tiene muchísimas ganas de verte, se alegró de que tus padres se vayan de crucero y te dejen sola, me dijo Leo. Ya sabes que yo también. Mi amiga había estado callada durante todo el día, podría decir incluso varios días. La notaba preocupada, pero no sabía por qué. Intenté tenderle mi mano durante el viaje varias veces para saber que ocurría pero fue en vano.
    
    Finalmente a lo lejos apareció la casa de Leo. Pudimos verla bastante antes que el pueblo. Leo acercó el coche al enorme portal de la finca, yo busqué en la guantera el mando a distancia que lo abría y por fin entramos. La madre de Leonor nos esperaba a medio camino hacia la casa. En ese momento mi corazón empezó a latir a toda pastilla. Supongo que todos tenemos un ideal de hombre o mujer, cuando digo ideal doy por supuesto que esa persona no va a existir, es solo eso: una idea, una ensoñación. Cuando yo fantaseo me excita pensar en una mujer a la que le pongo cara, pechos, culo, piernas, no necesariamente por este orden; es mi fantasía y elijo lo mejor, le pongo un buen par, si es mi sueño por qué voy a conformarme con unas tetitas pudiendo tener dos buenos melones. Pues bien lo terrible es que mi fantasía existía y estaba allí de pie ...
    ... esperando a que bajase del coche para abrazarme. Y así lo hizo, primero se fundió en un abrazo con Leo, que continuó con el coche los cincuenta metros que nos separaban de la casa y luego vino hacia mí y me beso en las mejillas antes de abrazarnos. Mi corazón latía tan fuerte que podía oírlo. Me encantó el olor de su cuello, era un perfume que no conocía pero ya era mi favorito desde ese momento. Lara era una mujer muy guapa, ojos marrones, pelo castaño recogido en una trenza, piel ligeramente morena por las dos semanas que llevaba ya de vacaciones, me encantaban sus brazos, especialmente esas manos grandes pero de finos dedos. Llevaba puesto un vestido de los de ir a la playa, casi hasta la rodilla, parecía algodón, ligerísimamente transparente, de color blanco con franjas azules horizontales, bastante apretado, tirantes que dejaban sus hombros a la vista con poco escote por arriba y dos grandes aberturas por los lados que llegaban hasta sus caderas. La madre de Leo tenía una figura increíble, muchísimo más alta que nosotras, casi un metro ochenta, no llevaba sujetador y me mareaba al ver aquellos pechos, en eso se parecía a su hija, aunque fuese adoptada, ambas competían en talla de sujetador con, quizás un par de tallas a favor de la madre. Aunque aparentaba mucho menos de cuarenta yo sabía que Lara tenía cuarenta y seis, aún así esas dos tetas se aguantaban perfectamente erguidas, solo ligeramente aplastadas a los lados por aquel vestido que claramente estaba un par de tallas por ...
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