Putachas nalgonas (Cap. 2) - Relatos Eróticos

Putachas nalgonas (Cap. 2)

... silencio sin antes tener el privilegio de hablar y de inmediato enmudecieron suplicando perdón, es dejé en claro que ahí la única que tiene derecho a decidir que conviene a las esclavas nalgonas es el Ama, y las perras solo tienen el privilegio y honor de agachar la cabeza y agradecer la oportunidad que se les da para ser personas más útiles.

Las perras respondieron con humidad “Alteza suplicamos nos perdone, esta es una nueva forma de vivir en la cual somos novatas, pero le agradecemos nos dedique su valioso tiempo para entrenarnos en este nuevo estilo de vida”, dicho esto adoptaron pose de adoración para besarme los pies como muestra de humildad y respeto a la corona.

Minutos después regresó Nalgotas con Sofía para llevar de compras a las nuevas putas y así empezar a producirme dinero esa misma noche con un horario de 8 de la noche a 6 de la mañana con lapso de servicio de solo media hora como mínimo por cliente a menos que el cliente pagara tiempo extra o en dado caso fueran contratadas toda la noche.

Ya que mis Putachas habituales tenían ya establecidas sus obligaciones ellas debían encargarse de mi comodidad en todo momento pasando así desde un buen masaje de pies hasta el tener el privilegio de lustrarme el calzado con solo la lengua, lo cual les hacía sentirse afortunadas de estar en pleno contacto con esas prendas que para ellas son divinas al permitirles conservar el aroma de los pies que tienen a bien adorar. ...

... Por tal motivo a las nuevas PUTAS se les asignó a otras de mis perras para ser adiestradoras de la nueva mercancía adquirida.

Cabe mencionar que las PUTAS se sentían totalmente humilladas y sometidas, no por el hecho de tener que estar rentando su cuerpo y afilando las lenguas para poder recibir después la tan esperada leche que los clientes hacían el favor de entregar, y ellas debían recibirla con honores y sobre todo respeto sin tener opción a negarse o desperdiciar una sola gota.

Lo que más les humillaba era que sus propias hijas eran las que les entrenaban y calificaban y ya devuelta a mis pies el desempeño era reportado a mí por su propias hijas, lo que más les abatía el haber sido traicionadas por su propia sangre, sin embargo no tenían otra opción más que aceptar con orgullo su nuevo estilo de vida y profesión.

Al principio para ellas fue una verdadera tortura, pero con el paso de los días empezaron a convertirlo en un hábito que lejos de humillarse empezó a producirles mucho placer. Pronto se convencieron que lo más importante era vivir a los pies de su dueña, así que ellas mismas empezaron a buscar amigas y familiares par que se unieran a la causa que en un principio les provocaba sentirse basura y que ahora era todo un privilegio poder desempeñar.

Pronto sabremos más acerca si las PUTAS lograron o no reclutar a sus amistades y aceptaran y que técnica utilizaron para hacerlas parte del imperio de su Majestad.