Cuanto más primo...
Fecha: 12/09/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
-Venga, mujer, no seas así...
-No, no, de eso nada.
No había manera de convencer a mi prima Rocío de que me dejase tocarle el coño. Chupárselo, menos aún. Y ya lo de follar, ni mencionarlo. Quería llegar virgen al matrimonio. Y en mi familia, eso de la virginidad y el matrimonio no era ninguna broma. Yo lo sabía, pero estaba loco por probar ese coño peludo y pringoso que tenía. Me ponía como una moto verlo, oler su aroma levemente marino, sentir la caricia de su vello púbico contra mi pierna cuando nos pegábamos un restregón...pero no había nada que hacer.
-Venga, no pongas esa cara, te presto mi culo para que te desahogues si quieres.
Y dicho esto, se puso a cuatro patas sobre la alfombra de la habitación, con todo su culazo en pompa y su melena negra cayendo desordenada sobre su espalda. Yo alcancé el tarro de vaselina para los labios que solíamos usar para estas ocasiones, y unté generosamente la raja que separaba sus nalgas. Ella ronroneó, juguetona.
-Me haces cosquillas...
Luego me puse un poco de vaselina en la polla y me la embadurné bien. La apoyé en la raja de su culo, apreté sus glúteos regordetes con mis manos y empecé a restregar mi rabo entre ellos. Mi prima tampoco me dejaba darla por el culo, pero me permitía que frotase mi cipote entre los cachetes de su culazo hasta que me corría, mientras ella se masturbaba. Así era como solíamos terminar la faena...
Mi prima Rocío y yo siempre nos habíamos llevado muy bien. Siempre habíamos tenido una ...
... complicidad especial. Me sacaba dos años, pero estábamos todo el día juntos, jugando, hablando de nuestras cosas. En un momento dado habíamos empezado a contarnos cosas íntimas. Luego habíamos empezado con lo típico, que si dejámela ver, que si enseñámelo, que si déjame que toque...Unos meses atrás habíamos empezado a pegarnos el lote siempre que podíamos. Yo le comía las tetas, ella me hacía pajas, nos morreábamos...yo siempre intentaba que ella me dejase hacerle un dedo o comerle el conejo, pero no había tu tía. Así que un día que estaba yo especialmente cachondo y no quería conformarme con una pajilla ella se había ofrecido a “prestarme su culo”, lo que tampoco estaba nada mal. Me gustaba sentir la caricia de sus nalgotas apretadas contra mi rabo, notar la humedad de su chocho empapado en mis pelotas, oírla gemir suavemente mientras ella se tocaba, ver cómo se le ponía la piel de gallina, percibir cómo palpitaba su ojete con el roce de mi polla al deslizarse por la raja de su culo...
No es que mi prima fuese lo que se dice una belleza. Era una chica normal, morena, ni gorda ni delgada, con las tetas pequeñas y el culo grande. Y con una almeja peluda que me tenía a mal traer. Yo era normalillo también, en cuanto a mi aspecto, pero manejaba un buen pollón, y estaba todo el día más salido que el mango de un cazo. Era normal, tenía 18 años, y a esa edad ya se sabe...
Mi prima empezó a gemir de forma más audible. También podía oír un sonido húmedo, chapoteante, acompasado ...