El bufete del sexo
Fecha: 14/09/2023,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... bonitas tetas más grandes que pequeñas, pero sobre todo un culo espectacular, que es el centro de atención de todos los hombres a mi alrededor y de no pocas mujeres.
Entonces vivía en Madrid, donde me había trasladado desde México acompañando a la señora a la que llevaba ayudando en su hogar durante más de diez años. Me gustan los hombres y también las mujeres. ¿Por qué tendría que perderme a la mitad del género humano? Mi relación con la señora era más que la relación propia de una asistenta. La deseaba secretamente.
Mi señora se llama Susana, entonces tenía treinta y siete años, de menor estatura que yo, morena de pelo negro, guapa, con una preciosa boca de labios carnosos, bonita figura, unas muy grandes tetas y un culo muy atractivo, sin llegar a ser el mío. Cuando la veía desnuda sobre la cama al ir a despertarla o duchándose cuando me pedía una toalla, mi chochito se mojaba inmediatamente y cuando ella se marchaba a trabajar yo me tenía que hacer un dedo para poder seguir con mis tareas.
Yo sabía que a ella le gustaban los hombres y mucho, por eso no había querido confesarle nunca mi deseo por ella. Un día me dijo con la cara muy triste:
- Yesica me encuentro muy sola aquí en Madrid. No conozco a nadie. Hace meses que no tengo relaciones sexuales y las necesito”
Me quedé de piedra con el inicio del relato. Trataba sobre ella y Yesica y deduje que lo tenía que haber escrito una de las dos. Esto hizo que le prestara bastante más atención.
“Nuestra ...
... relación era más de amistad, que de señora y asistenta, pero nunca me había hecho una confesión como esa. Pensé que tenía que ayudarla, al menos en lo que yo pudiera. Soy una mujer muy caliente, como buena caribeña, y yo tampoco tenía a nadie con quien satisfacer mi pasión, por lo que había cogido la costumbre de usar por las noches un vibrador, que me consolaba de mi soledad.
Mi rutina era siempre parecida. Me acostaba desnuda sobre la cama y en mi tableta leía relatos eróticos que terminaban poniéndome a mil. Podría haber visto porno, pero me resulta más excitante leer e imaginarme yo las situaciones, incluyéndome como alguno de los personajes. Entonces cogía el vibrador, que era de esos con un complemento para aplicar al clítoris, estaba ya tan mojada que no necesitaba aplicar ningún lubricante, me metía dos dedos en el chocho y con los jugos que sacaba me lubricaba el clítoris, recreando los relatos que hubiera leído, me metía el vibrador en el chocho y pegaba el complemento a mi clítoris, mientras me pellizcaba los pezones y me sobaba las tetas. Cinco o diez minutos más tarde me corría muriendo del gusto.
Yo sabía que Susana no tenía un vibrador, así que decidí comprarle uno como el mío. Hice un paquete para enviarlo por correo y dentro puse un letrero que decía “muestra de cortesía” e imprimí una imagen de la página de “todorelatos.com”, para que se aficionara también a los relatos eróticos, y también la puse en el paquete. Cuando llegó el paquete se lo dejé en la mesa ...