El Esclavo - Relatos Eróticos

El Esclavo

... de Skýlos. Skýlos ya no decía nada. Se había quedado muy quieto y callado. Ocultaba su cara avergonzada en una almohada. 
Me dio un poco de pena verlo así, así que pensé en regresarle un poco el favor. Acerqué mi boca a su culo, cerré los ojos y le deposité un beso en el asterisco. Sentí en mis labios como su culito reaccionaba y se alejó un poquito. Yo saqué la lengua y empecé a lamer ese manjar masculino y joven como si fuera una fruta verde. Su culito sabía a sudor, y a sal, además de que despedía un fuerte olor a semen. Estaba probando mi propio semen y me encantaba. LA respiración de Skýlos empezó a cambiar y noté que sus caderas de movían de vez en cuando muy levemente y pensé -Este niño está teniendo una erección, seguro.
Quería comprobar, así que con una mano le toqué suavemente los huevos y sentí como su piel estaba firme y contraída. En efecto, le estaba causando una erección al muchacho. 
-¿te gusta esto perro? ¿te gusta que un hombre de verdad te chupe el culo? 
Él no me contestó. Yo ya estaba a punto de correrme sin siquiera tocarme, así que no desaproveché la ocasión y me hinqué en la cama con mi verga apuntando a su agujero. No sin antes despedirme de su culo con un beso sonoro. 
-No señor… No me la meta por favor
-¿Pero bien que querías correrte con mi lengua en tu fundillo verdad? 
Tengo que aclarar que el muchacho sí estaba muy apretado, y por más que lo había intentado mi lengua no había entrado más que un par de centímetros dentro de su cuerpo. ...

... 
-Ábranlo bien, que de seguro en cuanto sienta mi cabeza va a apretar.
Dije y mis otros esclavos abrieron con ambas manos el culo de Skýlos, dejándome la entrada libre para una segunda metida.

Mi verga tamaño familiar, venuda y con la cabeza chorreando líquido preseminal estaba apuntando al techo. Yo no dejaba de ver el agujerito que me enloquecía como una bestia hambrienta de sexo.
-Te diré algo, muchacho. Tu culo ha hecho mucho mejor trabajo que el de muchas mujeres que he tocado. Siéntete afortunado eres el primer hombre al que le meto la verga. Y aún no me canso. 
Le dije a Skýlos mientras me jalaba la verga dejando mis manos todas babeadas por el pre. 


Me hinqué en la cama y apunté la punta de mi lanza en la entrada prohibida del muchacho. Él gritaba y pedía piedad. No es que lo fuera a matarpero parecía que eso quería hacerle. Lo que pasaba es que era un hombrecito, y perder su hombría era mucho peor que morir. 
-Ábranlo bien.
Les dije a mis otros dos esclavos que estaban a cada lado de la cama. Como Skýlos estaba bien atado boca abajo en mi cama nada podía hacer. Mis otros dos esclavos agarraron con ambas manos cada uno una nalga del muchacho y las abrieron para mí, dejándome el paso libre para una segunda cogida. 
Le puse lentamente la punta de mi cabeza en su ojete, como si el hoyito de mi verga le diera un besito a su orto de adolescente. Un escalofrío de pura excitación recorrió todo mi cuerpo, poniéndome la piel de gallina y comencé a sudar de pura ...