1. Diario de un putito (4)


    Fecha: 02/07/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... sentí oscuramente atraído por ese aspecto que la señora Silvia le había dado a mi cara y eso hizo que me angustiara, pero no más que eso, porque en mí no había fuerzas ni deseos para oponerme a lo que estaban haciendo conmigo…
    
    -Falta solamente un detalle para completar el trabajo con este niño… -dijo en ese momento la señora…
    
    -¿Un detalle? ¿cuál, Silvia?... preguntó el señor Roque y entonces ella explicó, para mi desesperación…
    
    -Un sombra discreta en los párpados…
    
    Vi que el señor Roque y el señor Iñíguez se consultaban con la mirada y el señor Roque dijo:
    
    -Adelante, primita, el nene es todo tuyo… -autorizó el señor Roque y entonces la señora Silvia hizo su tarea con un potecito y un pequeño pincel de cerda rígida…
    
    -Mirate, Jorgito… Mirá qué precioso quedaste… -me dijo la señora y me miré, agitado por fuertes sensaciones opuestas… Humillación, angustia y calentura, todo bullendo en mi interior al mismo tiempo…
    
    -¡Quedó fantástico, Silvia! ¡felicitaciones! –se entusiasmó el señor Roque…
    
    -¡Una obra maestra, señora!... –se sumó el señor ...
    ... Iñíguez…
    
    -Bueno, ¿cuánto es, prima?... –quiso saber el señor Roque…
    
    -¡Nada, Roque, nada! Ha sido un placer trabajar con este nene y dejarlo más lindo todavía… Ahora les voy a regalar esos elementos que usé, para que ustedes lo maquillen cuando quieran…
    
    -¡Gracias, Silvia!... ¡Lo vamos a tener siempre maquillado cuando venga a casa! ¿cierto, Iñíguez?...
    
    -Claro que sí, me encanta cómo quedó Jorgito… ¿Y cómo hacemos para quitarle el maquillaje?...
    
    -Ah, sí, hay un producto excelente que yo uso… El primero se los regalo y después ustedes se encargan de reponerlo… Usen algodón…
    
    Y así terminó esa sesión en el salón de estética, con mis dueño entusiasmadísimos y yo asumiendo poco a poco, con algún esfuerzo, ese emputecimiento cada vez más profundo en el que me veía sumergido sin vuelta atrás…
    
    De regreso, en lugar de tomar un taxi decidieron viajar en colectivo y, para mi vergüenza, abundaron las miradas de señores que yo advertí a hurtadillas, porque durante casi todo el trayecto mantuve la cabeza gacha y mis ojos clavados en el piso…
    
    (continuará) 
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