Una pesada broma
Fecha: 14/07/2018,
Categorías:
Transexuales
Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos
... inminente, nuevamente tuve que cortar todo eso para poder enfriarme y no terminar prematuramente, solo le dije
-Dale Amalia, quiero cogerte, quiero tu culo…
Ella me dio un hermoso beso y se puso receptiva en cuatro patas, abriendo sus nalgas con las manos, dejándome ver un dilatado y depilado esfínter dispuesto a recibirme, me coloqué un preservativo, lubriqué apenas y toda hasta el fondo…
Pero que rico se sentía, y los gemidos de mi amante se me hicieron sexis…
-Si bebé… dale! que rica verga… ay! ay!... ay!... dale bebe…
Y fue cuando otra vez las comparaciones con mi esposa se me hicieron inevitables, ella jamás me hubiera permitido siquiera tocarle el culito, y sus formas estaban a años luz de la perfección de ese trasero que me estaba comiendo, y además… en el fondo la chica trans era hombre, y sabía por dónde ir para enloquecer a un hombre, saben, por un momento odié a Sandra y amé a Amalia…
La giré y la puse de espaldas, levanté sus piernas sobre mis hombros y se la metí toda, quería ver su rostro mientras se lo hacía, quería ver su placer…
La curvatura de su espalda provocó que naturalmente la punta de su verga quedara muy cerca de sus enormes pechos, que sexi figura, y mientras la culeaba sin piedad ella empezó a masturbarse…
Llegamos juntos, ella apretando en contracciones mi sexo con su esfínter, me sentí morir en su interior, ella largando largos chorros de semen, que por la posición bañaron todo a su paso, sus tetas, su cuello, su rostro, ...
... su boca, sus cabellos, terminamos riendo por lo loco de la situación…
Nos relajamos y mientras ella se limpiaba con una toalla yo retiraba el preservativo lleno de semen, miramos la hora, curioso, no había pasado mucho tiempo, y sobraban demasiados minutos que yo ya había pagado…
Y lo que sucedió luego, solo fue culpa del destino…
Estábamos desnudos, en silencio, cada uno a un lado de la cama, se dejó caer y yo hice lo mismo a su lado, me quedé mirando el techo.
De pronto sentí como una de sus manos acariciaba nuevamente mi verga, y como mi verga volvía a endurecerse, y sentí sus labios otra vez en mi pija.
Yo seguí con mi vista clavada en la blancura del techo, hasta que Amalia decidió acomodarse, pasó un pierna a cada lado y quedamos en un peligroso sesenta y nueve, ahora veía a centímetros de mi rostro su verga colgando flácida, sus bolas depiladas y sus glúteos más que generosos, podría haberla apartado, pero no quise, no tuve intenciones de hacerlo.
Empecé a acariciar sus nalgas, su culito estaba abierto, llevé mis dedos, índice, mayor y anular mano izquierda, índice, mayor y anular mano derecha, entraron las primeras falanges y solo busqué de abrir, a ella le encantó percibí sus jadeos y el esmero en chuparme la pija, y no solo eso, su propia pija se puso enorme de golpe…
Saqué una de las manos para acariciarle sus bolas, y alternar con su culito, masajearlo por fuera, y otra vez sub bolas, recorriendo con mis yemas le línea que va desde las bolas al ...