1. Vacaciones en Merlo 1. Dos desconocidos en un micro


    Fecha: 24/07/2018, Categorías: Sexo Interracial Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... terminado. Una vez que amanezca ya estarían por Río Cuarto, y la chica que acababa de conocer, y que tanto le gustaba, sólo sería un agradable recuerdo que se desvanecería de a poco.
    
    Ella no quiere dormir. Le cae bien Germán, e incluso le gusta. Pero qué podrían hacer ahí en el micro. Si lo hubiese conocido en Río Cuarto, seguramente se plantearía tener una aventura, pero él seguiría hasta Merlo, y no se volverían a ver. Una lástima.
    
    Cuando pasó casi una hora de que se apagaran todas las luces, Eugenia siente un roce en la rodilla. Piensa que Germán la había tocado sin querer cuando se movía entre sueños.
    
    Pero Germán no lo había hecho sin querer. Estaba tan despierto como ella y en un impulso decidió acariciarla levemente.
    
    Ella siente enseguida, otra vez, los dedos deslizarse por su rodilla. Esta vez no cabe imaginar que es un toqueteo involuntario, porque la mano se había posado un buen rato y los dedos se abrían y cerraban sobre su piel. Se siente excitada inmediatamente, pero no quiere entregarse tan fácilmente, aunque tampoco quiere que él se sienta rechazado, por lo que opta por quedar inmóvil un rato, a ver hasta donde se anima a llegar.
    
    Germán se anima a mucho más. Está económicamente arruinado y con el corazón roto, por lo que se aferraría a cualquier pisca de felicidad. Así que cuando se da cuenta que Eugenia no le paraba el carro, empieza a acariciarla, esta vez sin ninguna sutileza.
    
    Ella siente cómo los dedos ásperos suben ahora, más arriba de su ...
    ... rodilla, arrugándole la pollera mientras avanza. Germán mete mano hasta alcanzar los muslos, y ahí se queda un rato, saboreando con las yemas de los dedos la piel suave y elastizada. Ella siente el calor de su sexo, que pide a gritos que esa mano hurgue más adentro. Germán se acerca y le lame la oreja. Eugenia estira el brazo y la palpa la verga erecta a través de la tela dura del pantalón. Entonces él, totalmente perdido, saca su mano de entre las piernas de ella, sólo para mojársela con la lengua y meterla de nuevo. Ella siente como la mano húmeda pretende desprenderla de su bombacha, y lo ayuda a hacerlo, bajándosela hasta las rodillas. Ambos hacen todo lo más silenciosamente posible, porque si bien, el pasajero más cercano está a cuatro asientos más adelante, alguien podría darse cuenta y arruinarles la fiesta. Pero cuando Eugenia nota que la mano ya toca su sexo, y se introduce en el agujero mojado, le cuesta mucho reprimir un gemido, y a pesar de que se muerde los labios, emite un sonido débil.
    
    Germán trabaja un buen rato metiendo dos dedos, utilizándolos como si fueran su propio miembro. Eugenia, con las piernas abiertas y la bombacha baja, goza de las penetraciones manuales, con los ojos bien abiertos en la oscuridad. En ningún momento suelta el tronco duro de Germán, y lo masturba por encima del pantalón. Mientras la penetra, él repite los besos en la oreja, algo que ella disfruta mucho, y luego gira su cabeza para entregarle sus labios, y entonces se funden en un ...