Euterpe y Tauro (4)
Fecha: 24/07/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... parentales, padre y madre, ya fue el acabose, sobre todo en ella, Elena, Yelena, más ancha que larga con su “baby”.
La orquesta o, mejor, conjunto musical que acompañaba a Elena, comenzó una de las canciones típicas de la diva, suave, lenta, aunque no tanto, llena de sensibilidad, de romanticismo… Una de aquellas que, a los de esos tiempos antiguos, que se fueron para no volver…“Soy Quijote de un tiempo que no volverá”…como decía, una de esas canciones que “antes” eran invitadoras a bailar muy, pero que juntitos las parejita, pegaditos, pegaditos los dos, como lapas, y que hoy parecen ya un tanto “demodés” entre las antes novísimas que nuevas generaciones, pues, como decía un texto que hace no tanto leyera y que ni zarrapastrosa idea tengo ya de en dónde sería… “Desde que el sexo se hizo fácil de conseguir, el amor se hizo difícil de encontrar”… A nada de comenzar la “banda” a “atacar” la canción, Yelena empezó a declamarla, con el micrófono, ese casi enorme, “la alcachofa”, en una mano mientras con el brazo libre se enlazaba a la cintura de su marido, su Juan, que, manteniendo al crío en brazos, entre ellos dos, también enlazó a amada esposa, pero no por la cintura, como ella se enlazara a él, sino plantándole la palma de la mano en mitad de la femenina espalda, apalancándosela bien apalancada, claro, con el concurso del brazo libre de ella, buscando pegarse, pero que muy requetebién pegadita, a su, incuestionable, amor de sus amores…de su vida…
Así anduvieron, ...
... deambulando por el escenario mientras se movían, danzando al compás de esa música, melosa, muy melosa, pero también de ritmo más que cadencioso, ritmo que recordaba, y no poco, el son cubano y otros muchos propios de esas tierras que el Caribe baña, hasta que la cancón entró en un solo instrumental; vamos, que ella calló a favor de los músicos que la acompañaban; en tal instante, ella prescindió de la famosa “alcachofa”, el micrófono de mano, sustituyéndolo por otro, inalámbrico, que al instante se prendió a un ribete del generoso escote que lucía. La hija de Yelena, Alona Petrova(5), también cantante, carrera que iniciara junto a su madre, formando parte del “trío” femenino que le servía de coro; pues bien, entonces, en ese concierto para Yelena tan especial, la muchacha quiso volver a cantar junto a su madre, con lo que el coro de la diva, esa noche, era un cuarteto, no un trío. Pues bien, en ese momento en que la voz de Yelena enmudeció, dejando que sólo se oyera la música, a cargo de su “banda” o conjunto musical, dos trompetas, dos trombones, un saxo, una flauta, piano, de cola, que no teclados, dos guitarras eléctricas más una española, un acordeón, el más genuino, popular, instrumento músico ruso, junto con la “guitarra española”, amén de la inevitable batería. Pues bien, entonces, se acercó a Juan, Iván, Vania, Vaneshka, que por todos estos nombres era conocido Juan Gallardo por su familia rusa, su mujer, la hija de su mujer y su marido, tomando en sus brazos a ese su ...