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Fuego sobre el mantel
Fecha: 22/04/2022, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Rolo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... matrimonio y la niña Rebeca, se había trasformado en una mujercita de diez y siete años. Y, como ellas y yo vivíamos en casa separadas, cuando venían a visitarme, ocurría lo mismo, Rebeca, Mabel y yo dormíamos juntos en la misma cama. El fuego no había mermado entre su madre y yo. Una noche en que creímos que la niña estaba dormida, Mabel, empezó a besarme como siempre y yo ya estaba con una erección termenda, entonces ella, bajo a hacerme sexo oral. Una tenue luz entraba por la ventana. Mabel tomó mi pene con su cabeza, por debajo de las sábanas se notaba subir y bajar, siempre fue maravilloso como me comía el pene. Ahí advertí que Rebeca, no estaba dormida, porque la niña se movió y giró su cabeza para mirarme a mí. Yo estaba boca arriba, Mabel debajo de las sábanas y Rebeca volteada para nuestro lado mirando como el bulto que formaban las sabanas se movían de abajo hacia arriba y gemía muy gozoso. Entonces, la niña, tomó mi mano y se la puse entre las piernas. Yo no lo podía creer, Rebeca se estaba masturbando con mi mano. Por supuesto que con mucha suavidad me dejé llevar por el deseo de la niña y la acaricié suavemente. Cuando Mabel se cansó de chuparme, lentamente se empezó a subir mío para que su vagina se tragara de un bocado mi pene súper duro. Rebeca se hizo la dormida y yo saqué mi mano con mucha sutileza de su vagina. Mabel empezó una cabalgada de novela, y yo estaba increíblemente excitado. De vuelta, siento la mano de Rebeca sobre mi mano y la dejé hacer: ...
... ella se había corrido la bombacha y permitió que yo la tocara en piel. Fue tremendo sentir a su madre con sus besos y su vagina succionar mi pene y a la niña con su vagina caliente y mojada en mi mano, Rebeca se movía como haciendo el amor sobre mi mano y la madre me hacía el amor como una hembra prendida fuego. Cuando Mabel acabó, yo también lo hice, dejándole todo el semen en la entrada de su sexo y la niña también acabo ayudada por mis dedos, pude sentirlo en el temblor de su clítoris hinchado y sus espasmos musculares. La madre se durmió. Pero yo quedé muy caliente por lo que había pasado con la hija, entonces, ahí me la jugué y me zambullí entre las sabanas y llegué con mi boca a su sexo, con una señal de silencio apenas perceptible por la claridad de la luz que entraba por la ventana, le hice un gesto a Rebeca de que guarde silencio y acto seguido, comencé a besarle la vagina. Pude ver como la carita de la niña estallaba en un placer impensado, como se retorcía de gusto alrededor de mi cuerpo. También escuchaba como la madre roncaba, así que no tuve temor a una desgracia. En un instante, mi pene volvió a una erección tremenda, me dolía. La niña acabo con un fluido intenso, yo sin pensarlo, dejé de hacerle sexo oral y tomé a su madre por asalto y la volví a penetrar para sacarme de encima toda aquella junta de energía que me estaba matando. Enseguida Mabel se despertó y volvió a ser la guerrera en la cama que yo amaba, la niña sumergida en un sueño, no fue testigo, ...