Verdaderas amigas - Cap. 2.- Anillos de compromiso - Relatos Eróticos

Verdaderas amigas - Cap. 2.- Anillos de compromiso

... aún más. Una dicha maliciosa saturó mis sentidos.Tras unos minutos de placer oral, Pepe y Adolfo también nos mostraron el límite de sus erecciones, al usar la bomba de vacío. Después del uso del aparato, los tres penes parecían a punto de estallar en cualquier momento. Al parecer nunca antes se habían visto así, con tan tremendas erecciones, pues entre sí se contemplaron. Pese a sus expresiones de entusiasmo, yo estaba segura de que sus penes les incomodaban, pues estaban a tope.—Bien, pues creo que llegó el momento —dijo Norma, y, de repente, se alejó rumbo a su recámara.Los demás nos quedamos en el salón en silencio, sin saber qué decir. La situación se me hizo un tanto incómoda pues, para ese momento, ellos ya estaban completamente desnudos, siendo yo la única vestida. Además, con esas extremas durezas... pese a eso, yo era la más avergonzada. Nos mirábamos sin decir palabra. Me volví a poner nerviosa. Y, cuando noté la mirada de Adolfo sobre mí, que recorría todo mi cuerpo como desnudándome con rayos x, me sentí sonrojar.Pero por fin regresó Norma. Lo hizo con una pequeña cajita de plata en las manos. La abrió mostrando que dentro había tres anillos metálicos y cromados.—Uno para cada uno. A estos les digo anillos de compromiso.Los chicos rieron. A mí también me pareció extraño. ¿Qué, les iba a regalar esas argollas como símbolo de...?—No, no me mal interpreten. No se trata de nada cursi —continuó ella—. Se colocan alrededor del pene, en la base, y no permiten que éste ...

... pierda erección. Aprisiona la sangre en sus sexos manteniéndolos duros, como piedra.Los tres pusieron cara de total desagrado, y les entendí. A mí también, la sola imagen que proyectaban las palabras de Norma me pareció algo sumamente doloroso. Ella también pareció percibir la incomodidad en los chicos.—Lo sé... no son precisamente cómodos, y es por eso que ponérselos es señal de compromiso. Si ustedes están verdaderamente interesados en tener sexo con nosotras (Norma, sin siquiera consultarme, ya me incluía en el trato) deberán ponerse un anillo cada uno. Ese es el único requisito que les pido.Los chicos se mostraron reacios a aceptar tal propuesta.—Miren, esto yo se los ofrezco a su libre voluntad —enfatizó Norma—. Aceptarlo queda en ustedes. Si no están de acuerdo nomás no. Pero eso sí les digo, si quieren disfrutar de las delicadas y deliciosas carnes de mi amiga y yo (y aquí me tomó de la mano y me acercó a ella, acariciándome luego), tendrán que aceptar este compromiso que les propongo. Se comprometerán a no perder firmeza hasta dejarnos totalmente satisfechas.—Pues es que nosotros... —comenzó a decir Domingo, pero se quedó callado sin terminar.—Mira, no necesitamos de eso —intervino Adolfo—. Ya ves, la tenemos bien parada.Y mostró su virilidad, zangoloteándola de un lado a otro, ante la mirada de los demás. Los otros dos chicos rieron y asintieron como para ratificar lo dicho por su amigo.—Sí, no se nos baja tan fácil —dijo Domingo, y trató de imitar a su amigo; pero él ...